El escritor cubano Leonardo Padura quiere quitar la mirada compasiva hacia la prostitución para entender a las mujeres que la ejercen, por eso asegura que "es injusto catalogar a las mujeres de inmorales por dedicarse a la prostitución".
"Juzgar a las prostitutas como mujeres no decentes es una actitud muy machista y muy clasista porque hay que entender que están haciendo un trabajo", aseveró el laureado escritor cubano en el escenario principal del Hay Festival de Cartagena de Indias.
El tema de la prostitución planea en su última novela, "Personas decentes" (Tusquets, 2022), de la mano de una de las figuras más conocidas de La Habana de principios de siglo XX -y que a él más le obsesiona-, el proxeneta y capo Alberto Yarini, y por ello el autor ha tenido que reflexionar sobre esta profesión y sus efectos en Cuba.
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A principios de siglo, en una Cuba devastada por la guerra de Independencia donde un 60 por ciento de las mujeres no sabía leer ni escribir y solo el 2 por ciento tenía una profesión, "muchas mujeres tuvieron que prostituirse".
Era una profesión más, eran "obreras" desde el punto de vista marxista, reflexionó el autor de "El hombre que amaba a los perros", pero que después fue prohibida y que con el desarrollo del país en esos primeros años fue disminuyendo la mano de obra que empleaba.
Pero luego, tras la Revolución, reaparece con el "periodo especial" y la llegada de los turistas. "Como los tiempos son diferentes, a estas prostitutas no se les llamaba putas, se les llamaba con el eufemismo de jineteras (...). Cambiaba la esencia aunque era otra manera de prostituirse".
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"Esto caracteriza con sus condiciones cada momento de la historia de Cuba", expuso el autor, que divagó sobre la prostitución pero también sobre el oficio de escribir y las transformaciones de su natal ciudad de La Habana.
Parte de su último libro transcurre en la Cuba de 2016, que recibía, por primera vez en décadas, a un presidente estadounidense, Barack Obama, a los Rolling Stones y a las Kardashians; una Cuba explica, donde la gente podía viajar a Miami los fines de semana y volver el lunes a trabajar.
Y lamentó confrontarlo ahora a una Cuba donde en 2022 decenas de miles de cubanos cruzaron a Nicaragua para pasar a pie a Estados Unidos, en una situación muy diferente.