En un hito que marcará un antes y un después en la interfaz cerebro-máquina, la ambiciosa empresa Neuralink, fundada por el excéntrico multimillonario Elon Musk, anunció la instalación exitosa de su innovador dispositivo de conexión neural en un primer paciente humano.
El implante, bautizado "Telepatía", consta de 1064 diminutos electrodos, más delgados que un cabello, distribuidos en 64 finísimos cables internos. Cosméticamente invisible, se inserta en el área del cerebro que gobierna la intención del movimiento, permitiendo así controlar casi cualquier aparato externo solo con el pensamiento.
Según adelantó Musk en su cuenta de la red social X, el chip ya demostró en las primeras pruebas la detección de picos neuronales en el usuario. Un primer paso de gigante, anticipo del enorme potencial de esta tecnología.
"Lo que él está haciendo es algo revolucionario, en el sentido de aplicarlo mucho más allá del ámbito médico", evaluó entusiasmado el neurólogo Carlos Ramírez. Y es que la premisa del excéntrico empresario es que algún día todos podamos acceder a este tipo de upgrade neural.
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Si bien por ahora los detalles del procedimiento e identidad del paciente se mantienen confidenciales, Neuralink había recibido en septiembre pasado la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA) para comenzar ensayos formales reclutando voluntarios con severas discapacidades motoras.
Tras décadas de investigación de la academia en esta frontera, la irrupción de una compañía con los recursos e impulso innovador de Neuralink podría significar un punto de inflexión hacia la materialización de viejos sueños como la telepatía o la "descarga" de habilidades.
Resta ver si la humanidad estará a la altura ética de los desafíos que plantean tecnologías tan disruptivas, capaces de redefinir nuestra propia naturaleza. Pero el primer gran paso, está dado.
