Fragmentos del discurso del presidente Donald Trump

El presidente Trump se dirigió a una sesión conjunta del Congreso en el Capitolio de Estados Unidos el 28 de febrero.

A continuación algunos fragmentos importantes del discurso.

Lo que estamos presenciando hoy es la renovación del espíritu de Estados Unidos. Nuestros aliados verán que Estados Unidos está otra vez listo para liderar.Todas las naciones del mundo, amigas o enemigas, hallarán que Estados Unidos es un país fuerte, orgulloso y libre.

Hemos retirado a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico, que aniquilaba los empleos. Y con la ayuda del primer ministro Justin Trudeau, hemos formado un consejo con nuestros vecinos en Canadá para ayudar a garantizar que las mujeres emprendedoras tengan acceso a las redes de contactos, mercados y capital que necesitan para abrir un negocio y alcanzar sus aspiraciones financieras.

Para proteger a nuestros ciudadanos, he ordenado al Departamento de Justicia formar un grupo de trabajo para reducir el crimen violento.Además, he ordenado a los departamentos de Seguridad Nacional y de Justicia, junto con el Departamento de Estado y el director de Inteligencia Nacional, que coordinen una estrategia agresiva para desmantelar los carteles criminales que se han expandido por toda nuestra nación.

Detendremos la llegada de drogas a nuestro país y el envenenamiento de nuestros jóvenes, y expandiremos el tratamiento para aquellos que se han vuelto seriamente adictos.Al mismo tiempo, mi gobierno ha respondido a los reclamos del pueblo estadounidense para aplicar las leyes de inmigración y seguridad fronteriza.

Al hacer cumplir nuestras leyes de inmigración, aumentaremos los salarios, ayudaremos a los desempleados, ahorraremos miles y miles de millones de dólares y haremos que nuestras comunidades sean más seguras para todos. Queremos que todos los estadounidenses tengan éxito, pero eso no puede suceder en un entorno de caos sin ley. Debemos restablecer la integridad y el estado de derecho en nuestras fronteras.

Por esa razón, pronto comenzaremos la construcción de un gran, gran muro a lo largo de nuestra frontera sur. Comenzará antes de lo previsto y, cuando esté terminado, será un arma efectiva contra las drogas y el crimen.

Nuestra obligación es servir, proteger y defender a los ciudadanos de Estados Unidos. Asimismo, estamos tomando medidas enérgicas para proteger a nuestra nación del terrorismo radical islámico.

De acuerdo a datos proporcionados por el Departamento de Justicia, la vasta mayoría de individuos sentenciados por terrorismo y delitos relacionados con el terrorismo desde el 11 de septiembre, llegaron a nuestro país desde el exterior. Hemos vistos esos ataques en nuestro país, desde Boston a San Bernardino hasta el Pentágono y sí, incluso en el Centro Mundial de Comercio.

Hemos visto los ataques en Francia, en Bélgica, en Alemania y por todo el mundo.

No es compasivo, sino imprudente, permitir el ingreso sin control desde lugares donde no se pueda realizar una investigación adecuada. Aquellos a quienes se les concede el alto honor de ser admitidos en Estados Unidos deben apoyar a este país y amar a su pueblo y sus valores.

No podemos permitir que se establezca un enclave terrorista dentro de Estados Unidos, no podemos permitir que nuestra nación se convierta en santuario de extremistas.

Es por ello que mi gobierno ha estado trabajando para mejorar los procedimientos de investigación, y dentro de poco tomaremos nuevas medidas para mantener segura a nuestra nación, y mantener alejados a aquellos que quieran hacernos daño.

Como prometí, he ordenado al Departamento de Defensa que elabore un plan para demoler y destruir a ISIL – una red de salvajes sin ley que han masacrado a musulmanes y cristianos, a hombres y mujeres y niños de todos los credos y creencias.

Trabajaremos con nuestros aliados, incluyendo a nuestros amigos y aliados en el mundo musulmán, para extinguir de nuestro planeta a este enemigo vil. También he impuesto nuevas sanciones a las entidades e individuos que apoyan el programa de misiles balísticos de Irán, y reafirmamos nuestra inquebrantable alianza con el Estado de Israel.

Hemos perdido más de una cuarta parte de nuestros empleos en manufactura desde que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) fue aprobado, y hemos perdido 60.000 fábricas desde que China ingresó a la Organización Mundial de Comercio en 2001.

Nuestro déficit comercial en bienes con el mundo el año pasado fue de casi 800.000 millones de dólares.

Y en el extranjero hemos heredado una serie de trágicos desastres en política exterior.

Resolver estos y tantos otros problemas apremiantes nos exigirá trabajar más allá de las diferencias partidarias. Ello requerirá que recurramos al espíritu estadounidense que ha superado todo desafío a lo largo de nuestra larga y rica historia.

Pero para alcanzar nuestras metas en el país y en el extranjero, debemos volver a arrancar el motor de la economía estadounidense – haciendo más fácil que las compañías hagan negocios en Estados Unidos y, haciendo mucho, mucho más difícil que las compañías se vayan.

En este momento, las compañías estadounidenses pagan impuestos con una de las tasas más altas que en cualquier otro lugar del mundo.

Actualmente, cuando embarcamos los productos hacia fuera de Estados Unidos, muchos otros países nos hacen pagar tarifas e impuestos muy elevados, pero cuando las compañías extranjeras embarcan sus productos a Estados Unidos, nosotros no les cobramos nada o casi nada.

Yo creo firmemente en el libre comercio, pero también tiene que ser un COMERCIO JUSTO.

Naciones en todo el mundo, como Canadá, Australia y tantas otras, tienen un sistema de inmigración basado en mérito. Es un principio básico en el que aquellos que quieran ingresar a un país deben de poder ser capaces de mantenerse a sí mismos financieramente. Sin embargo, en Estados Unidos no hacemos cumplir esta regla, malgastando los mismos recursos públicos de los cuales dependen nuestros ciudadanos más pobres. De acuerdo a la Academia Nacional de Ciencias, nuestro actual sistema de inmigración le cuesta a los contribuyentes estadounidenses muchos miles de millones de dólares cada año.

Al salirnos del actual sistema de inmigración de personas poco cualificadas, y en su lugar utilizar un sistema basado en mérito, obtendremos también muchos más beneficios: se ahorrará una incontable cantidad de dinero, se aumentarán los salarios de los trabajadores y se ayudará a las familias que enfrentan dificultades económicas –incluyendo a las familias inmigrantes– a que integren la clase media. Y lo harán rápidamente. Y, por supuesto, estarán muy, muy felices.

Yo considero que una inmigración real y positiva es posible, siempre y cuando nos enfoquemos en los siguientes objetivos: mejorar los empleos y los salarios para los estadounidenses, fortalecer la seguridad de nuestra nación y restablecer el respeto a nuestras leyes.

Nuestra política exterior exige un compromiso con el mundo que sea directo, sólido y significativo. Se trata del liderazgo estadounidense basado en los intereses fundamentales de seguridad que compartimos con nuestros aliados en todo el planeta.

Apoyamos firmemente a la OTAN, una alianza forjada con los lazos de las dos guerras mundiales que destronaron al fascismo y de una Guerra Fría que derrotó al comunismo.

Pero nuestros socios deben cumplir sus obligaciones financieras.

Y ahora, en base a nuestras firmes y francas conversaciones, ellos están comenzando a hacer justamente eso. De hecho, puedo decirles que el dinero está llegando.

Esperamos que nuestros socios, ya sea en la OTAN, en Oriente Medio o en el Pacífico, asuman un papel directo y significativo tanto en las operaciones estratégicas como en las militares, y que paguen su parte justa del costo. Tienen que hacerlo.

Respetaremos a las instituciones históricas, y hemos de respetar los derechos soberanos de las naciones, y ellas tienen también que respetar nuestros derechos como nación.

Las naciones libres son el mejor medio para expresar la voluntad del pueblo, y Estados Unidos respeta el derecho de todas las naciones de determinar su propio camino. Mi trabajo no es representar al mundo. Mi trabajo es representar a los Estados Unidos de América. Pero nosotros sabemos que Estados Unidos está mucho mejor cuando hay menos conflictos – no cuando hay más.

Debemos aprender de los errores del pasado. Hemos presenciado la guerra y la destrucción que han devastado y causado estragos en todo nuestro mundo, en todo el mundo.

La única solución a largo plazo para estos desastres humanitarios es crear las condiciones para que las personas desplazadas puedan retornar con seguridad a sus países y comenzar el largo, largo proceso de reconstrucción.

Estados Unidos está dispuesto a hacer nuevos amigos y a forjar nuevas alianzas, donde los intereses compartidos estén alineados. Nosotros queremos armonía y estabilidad, no guerras ni conflictos.

Nosotros queremos la paz, donde sea que pueda hallarse. Estados Unidos es hoy amigo de antiguos enemigos. Décadas atrás, algunos de nuestros aliados más cercanos combatieron en lados opuestos de esas terribles guerras. Esa historia nos debe dar la confianza en la posibilidad de un mundo mejor.

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