MIAMI, Florida - Residentes en La Habana se han congregado en el Centro de Negocios en playa Miramar, donde se encuentra la oficina de la aerolínea venezolana Conviasa, con la esperanza de adquirir pasajes a Nicaragua. Sin embargo, llevan un mes y medio desde que la agencia de Conviasa cerró sus puertas, dejando a los ciudadanos en la incertidumbre.
Día y noche, los cubanos hacen guardia frente a la puerta de la agencia en busca de respuestas claras sobre la venta de pasajes a Nicaragua. Sin embargo, la agencia no proporciona información precisa, lo que ha generado frustración y descontento entre los solicitantes.
Desde 2021, cuando Daniel Ortega eliminó el requisito de visa para los cubanos, decenas de miles de isleños han volado a Nicaragua sin intención de regresar. En respuesta, el gobierno de Estados Unidos ha tomado medidas serias contra las aerolíneas que facilitan estos vuelos, prohibiendo la entrada a su territorio de sus directivos. A pesar de las sanciones, la única aerolínea que continúa vendiendo boletos para estos vuelos es Conviasa, que ya había sido sancionada previamente por Estados Unidos.
Mientras tanto, los revendedores aprovechan la situación y ofrecen pasajes a precios exorbitantes, convirtiendo esta situación en un negocio lucrativo para ellos. Esta práctica se considera una falta de respeto por parte del régimen cubano hacia aquellos que buscan salir de la isla en busca de nuevas oportunidades.
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Muchas personas necesitan salir de Cuba por diversas razones, ya sea para reunirse con sus familias en el extranjero o en busca de mejores condiciones de vida. Sin embargo, la dificultad para obtener pasajes y la presencia de revendedores solo agravan la situación, dejando a los cubanos atrapados en un limbo de incertidumbre y desesperación.
En la página web de la aerolínea venezolana se indica que los vuelos desde la isla hacia Nicaragua solo están disponibles para su compra en la oficina ubicada en el Centro de Negocios de Miramar, en la capital cubana.
En medio de esta situación, los ciudadanos continúan haciendo fila y esperando pacientemente una solución que les permita alcanzar sus objetivos de viaje y mejorar sus condiciones de vida. Mientras tanto, la incertidumbre y la falta de respuestas claras persisten, dejando a muchos en un estado de vulnerabilidad y desesperación.