Destinos: Museo del Oro de Costa Rica

En el corazón de lo que se considera el centro de San José se encuentra un tesoro enterrado. Es el Museo de Oro Precolombino.

En el corazón de lo que se considera el centro de San José se encuentra un tesoro enterrado. Es el Museo de Oro Precolombino. El edificio que ocupa el museo es un claro ejemplo de la arquitectura contemporánea de Costa Rica.

Sus tres pisos están completamente enterrados bajo el Parque Central, con claraboyas que alumbran con la luz natural las rocas y el jardín de guijarros en el fondo. A pesar del uso vanguardista de hormigón, el lugar se asemeja vagamente a un templo excavado recientemente, que es quizás la idea que buscaron sus diseñadores.

Para entrar y salir del museo tienes que hacerlo a través de las grandes puertas de acero de una bóveda bancaria con un guardia uniformado custodiándola. Esta primera impresión es muy adecuada para prepararte sicológicamente para poder valorar los hermosos tesoros protegidos por esas solidas puertas.

El interior ha sido muy astutamente diseñado. El espacio permanece en la penumbra, sobre lo oscuro, aunque es abierto. Después de algunas secciones que te muestran lo que verás y te dan el marco histórico y arqueológico de las distintas muestras, los visitantes son guiados a través de un laberinto por los tesoros deslumbrantes que quedan iluminados en medio de la penumbra como puntitos de luz dorada.

La cultura Precolombina de Costa Rica se extendía al sur del gran imperio maya y sus habitantes fueron mucho menos desarrollados. Aquí no se construyeron pirámides elevadas, solo cabañas simples en medio de la selva, lo que hace que el arte producido por estas culturas sea aún más sorprendente.

El primer nivel del Museo del Oro de Costa Rica está dedicado a los adornos del cuerpo como pulseras, pendientes, placas de tórax y en un estilo que a menudo carece por completo de cualquier diseño o elaboración.

En el nivel inferior hay cientos de amuletos de oro y estatuillas, que van desde las simples ranas, estilizadas y elaboradas detalladamente, hasta las representaciones de los chamanes que realizaban los rituales de automutilación que me hacen producir muecas de dolor de solamente pensar en ellos.

Otra muestra cuenta con decenas de campanillas de oro que en sus tiempos fueron colgados por cientos de personas en campos de la selva sagrada. El efecto debe haber sido tan mágico e imponente como cualquier catedral gótica.

Antes de salir, tome un momento para visitar la galería que exhibe regularmente una rotación de la obra de algunos de los artistas contemporáneos más importantes de Costa Rica.

La entrada cuesta $9 para mayores y los niños menores de 12 entran gratis. 

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