El colorido reinado del verde y el azul se apoderó este Domingo de San Patricio de las icónicas playas de Miami Beach. Mientras las olas lamían la orilla en un vaivén hipnótico, la ciudad vivía una curiosa dualidad: por un lado, la calma prevalecía en sus arenales; por otro, aires de tensión e inconformidad flotaban en el ambiente.
En un panorama inusual para estas fechas , numerosos turistas paseaban por el malecón y las zonas comerciales sin los habituales excesos y aglomeraciones. Algunos manifestaban frustración ante las estrictas medidas implementadas por las autoridades locales; otros, en cambio, expresaban alivio por encontrar una ciudad segura y más "familiar".
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"El que venga esta semana se queda con mal sabor de boca", comentó un visitante proveniente de Chicago, mientras tomaba el sol en compañía de amigos. Su queja apuntaba a las elevadas tarifas de estacionamiento, las restricciones vehiculares y el cierre temporal de emblemáticos clubes nocturnos como Mango's Tropical Café.
En efecto, las calles principales lucían un paisaje inusual con barreras viales que limitaban áreas de estacionamiento, dejando a numerosos negocios parcialmente aislados de su potencial clientela. "El movimiento ha sido súper lento...a la gente le gustaba ese movimiento, las mesas afuera. Es otra cosa", lamentó una empleada de un restaurante local.
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La millonaria industria del ocio en Miami Beach sufrió un duro golpe económico por cuenta de las medidas enérgicas adoptadas por las autoridades, presuntamente para prevenir los desmanes y el vandalismo que empañaron las pasadas festividades de primavera.
Alex Fernández, comisionado municipal, defendió la estrategia implementada: "Las medidas estrictas han sido sumamente efectivas en proteger a la ciudadanía, los negocios, los visitantes y aún más importante, la seguridad pública". Agregó que muchos comercios locales incluso clamaron por acciones más contundentes para salvaguardar la imagen de Miami Beach como destino turístico.
El punto más polémico fue sin duda el toque de queda nocturno impuesto durante una semana. Tan impopular fue la medida, que tres clubes nocturnos demandaron a la ciudad por cuantiosas pérdidas económicas. No obstante, la corte dictaminó que las restricciones eran "razonables".
Local
Mientras Miami Beach vivía esta calma tensa e inusitada, la vorágine de la celebración primaveral pareció simplemente desplazarse unos kilómetros al norte, hacia Fort Lauderdale, donde las autoridades reportaron al menos una decena de arrestos vinculados al desorden público.
De vuelta en Miami Beach, los planes para el próximo fin de semana incluyen mantener parte del paquete de medidas, como los estacionamientos a precios elevados, la presencia policial reforzada y el uso de lectores de matrículas vehiculares para monitorear los flujos de entrada y salida.
El reto sigue siendo encontrar el equilibrio entre el desenfreno y el orden; entre la euforia desatada y el gris aburrimiento. Una tarea nada fácil cuando el ambiente primaveral insta a la alegría desbordante, y los bolsillos de la industria turística ansían las millonarias ganancias que solo esta época puede ofrecerle.