Expolicía recibe pena máxima por manejar borracho y matar a dos personas

NUEVA YORK - Un ex oficial de policía de Nueva Jersey, que fue declarado culpable de causar un accidente mortal por conducir borracho en el 2015, recibió la pena máxima.

Pedro Abad, de 29 años, quien fue declarado culpable en mayo de homicidio vehicular agravado, homicidio involuntario, amenaza imprudente y otros crímenes fue sentenciado a cumplir hasta 25 años en prisión. 

El expolicía fue inmediatamente encarcelado el mes pasado tras ser declarado culpable.

Abad ocasionó el accidente el 20 de marzo de 2015, en el cual murieron su compañero de la policía de Linden, Frank Viggiano, y un amigo, Joe Rodríguez; ambos de 28 años.

El hombre conducía en estado de ebriedad cuando ocurrió el accidente, dijo la policía.

Abad se impactó contra un camión en West Shore Expressway luego de salir de un club nocturno en Staten Island.

Las autoridades encontraron que la sangre de Abad tenía tres veces más alcohol de lo permitido por la ley.

El abogado de Abad, Mario Gallucci, había argumentado que la sangre de su cliente se habría contaminado con alcohol tras una transfusión sanguínea.

El abogado calificó el accidente como una “tragedia horrible que no fue causada por la intoxicación por alcohol”.

Una copa ocasional (quizá) no hace mayor daño, pero qué pasa en el organismo cuando se abusa del consumo de alcohol. Aquí te lo decimos.
La teoría dice que la mayor parte de las personas entendemos que si bebes en exceso y durante mucho tiempo tu hígado puede dañarse, pero ¿qué tanto sabes de la relación entre el alcohol y el cáncer?
La verdad, relacionar alcohol y cáncer en la misma oración no es algo que resulte fácil de comprender ni que veamos como una consecuencia natural.
Por ello, recientemente, la Sociedad Americana del Corazón explicó de una manera sencilla cómo el alcohol aumenta el riesgo de padecer cáncer, haciendo énfasis en el tipo de cáncer que puede desarrollarse.
Algunos de los posibles vínculos encontrados entre alcohol y cáncer son los siguientes:
1. Tejidos dañados: El alcohol es irritante y afecta especialmente a la garganta y la boca, que son las zonas que están en contacto directo con él.
El químico irritante daña a las células, que entrarán en función de autorreparación, lo que puede cambiar daños en su ADN.
Al seguir su trayecto por el tubo digestivo, el alcohol llegará al colon y al recto, donde las bacterias pueden convertirlo en etanol o acetaldehído.
El etanol es un compuesto químico del que ya se demostró que causa cáncer en algunos animales.
Además, tanto el alcohol como sus derivados pueden afectar directamente al hígado, y causar inflamación y cicatrices.
2. Daños por efectos químicos: El alcohol actúa como solvente y ayuda a peligrosos químicos, como los que se encuentran en el tabaco, a entrar con mayor facilidad al tracto digestivo.
Esto explica el por qué muchas de las personas que toman alcohol y fuman, son más propensas a padecer cáncer de boca o garganta, que si sólo hicieran una de las dos opciones.
En otros casos, el alcohol retarda la habilidad del cuerpo para descomponer y eliminar algunos químicos dañinos.
3. Desajustes hormonales: El alcohol puede aumentar los niveles de estrógeno, hormona responsable del desarrollo del tejido mamario.
Esto podría conllevar un riesgo en el desarrollo de cáncer de mama.
4. Disminución de nutrientes: El consumo excesivo de alcohol acaba con minerales y vitaminas que necesita el organismo. Uno de ellos es el folato, que es una forma de ácido fólico.
El alcohol reduce la habilidad de las células para absorber la vitaminas de los alimentos que ingerimos.
5. Efectos en la conducta: El consumo excesivo de alcohol se percibe en un coto plazo en falta de coordinación, concentración, cambios de humor y juicio, entre otros.
Esto porque el alcohol inhibe las funciones de la región frontal del cerebro y eso se traduce en fallas de memoria, de la capacidad de concentración y el autocontrol.
6. Daños a los órganos a corto plazo: Y no es necesario esperar un largo tiempo para saber que el alcohol está provocando daños a la salud. En el hígado, por ejemplo, se traducen en náuseas, vómitos y dolor de cabeza.
En el riñón, no es necesario llegar a la diálisis. El alcohol hace que se elimine más agua de la que se ingiere y eso hace que los riñones busquen el líquido en otros órganos.
En el estómago, aumenta las secreciones ricas en ácidos, que en exceso causan erosiones en la mucosa del estómago producidas por el etanol. Esto da lugar a las molestas agruras, que en ocasiones son tan fuertes que “queman” hasta la garganta.
En la piel, el alcohol aumenta el flujo de sangre, por lo que presenta más sudoración.
En el corazón, provoca un aumento en la actividad cardiaca y aceleración del pulso, duele la cabeza y lo único que quiere quien tiene esos síntomas es descansar, con los ojos cerrados y un paño fresco sobre ellos.
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