El suburbio que se convirtió en hogar de extremistas

Molenbeek, barrio de Bruselas, hace tiempo es un semillero de yihadistas islámicos

A la luz de los atentados de este martes en el aeropuerto y el metro de Bruselas, que causaron muerte y destrucción en la capital belga, y los atentados de noviembre pasado en París, damos una mirada a Molenbeek, el suburbio convertido en semillero de extremistas islámicos.

El sangriento ataque en Bruselas se produjo después de la captura de Salah Abdeslam, sospechoso de la tragedia de París.

Mientras Francia bombardeaba objetivos del grupo extremista Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) en Siria tras los atentados en su capital, expertos advertían que las raíces de la masacre estaban mucho más cerca: jóvenes convirtiéndose al radicalismo islámico porque sienten que no pertenecen a Europa.

Se cree que por lo menos la mitad de los extremistas que mataron a unas 130 personas en Francia se criaron en ese país y en la vecina Bélgica.

"Estamos engendrando una generación de chicos alienados de sus propias sociedades", señaló el experto en radicalización Bill Durodie.

Las fuerzas de seguridad han apuntado directamente a Molenbeek, suburbio pobre de Bruselas, donde varias personas fueron detenidas en una serie de redadas desde los atentados vinculados a ISIS. Bélgica, un país pequeño con apenas 11 millones de habitantes, tiene el mayor número per capita de militantes combatiendo en Siria e Iraq, según expertos. Muchos de ellos provienen de Molenbeek.

Claude Moniquet, exagente de la inteligencia belga y cofundador del Centro de Inteligencia y Seguridad Estratégicas de Europa, afirmó que la pobreza y la segregación están alimentando el extremismo en el área.

Agregó que algunas partes de Molenbeek son 80% a 90% musulmanas, por lo que "no hay mezcla ni interacción con otras comunidades" y que, además, las autoridades no han encarado frontalmente el tema de la ideología extremista.

"Han dejado completamente que los malos hagan absolutamente lo que les venga en gana", señaló. "Han sido demasiado amables, tolerantes y débiles. No querían ver el islamismo radical en esta parte del país porque lo único que les interesa es la paz y tranquilidad y ser reelegidos".

El belga Abdelhamid Abaaoud, sospechoso principal de los atentados en París, vivía en el distrito, pero ahora se cree que está en Siria. También se dice que está relacionado con ataques frustrados este año contra un tren de alta velocidad que se dirigía a la capital francesa y una iglesia cercana.

Una agencia de noticias informó que Brahim Abdeslam, uno de los terroristas suicidas que se volaron frente a un café parisino, era propietario de un bar en Molenbeek.

Su hermano menor, Salah, cuyo nombre figura en los documentos de renta de un auto encontrado frente a la sala de conciertos de Bataclan, donde murió la mayoría de víctimas de aquel fatídico día en París, era uno de los hombres más buscados en Europa, tras huir a Bélgica y eludir un registro en Molenbeek, donde vivía con sus dos hermanos, y quien fue capturado la semana pasada.

Los sujetos que presuntamente lo llevaron de vuelta tres horas después de los ataques fueron acusados el martes de participar en una actividad terrorista, dijeron funcionarios belgas.

El alcalde de Molenbeek, Francoise Schepmans, reconoció que una pequeña cantidad de vecinos musulmanes se había radicalizado, pero negó que fuera un gran problema, según AP.

Desde hace mucho una estación de paso para inmigrantes a Bélgica, Molenbeek ha sido vinculada a otros atentados e intentos de atentados terroristas. Ayoub El-Khazzani, nacido en Marruecos, quien abrió fuego en un tren de alta velocidad que iba a París el 21 de agosto, vivía allí, al igual que otro musulmán francés, Mehdi Nemmouche, quien se cree que ha combatido en Siria y que se enfrenta a un juicio por las muertes de cuatro personas en un museo judío en Bruselas, en mayo de 2014.

"El cuadro global es el de una comunidad abandonada a su suerte sin el estado ni autoridades realmente interesadas en saber lo que pasa adentro, dejando que sus habitantes se organice, para bien y para mal", añadió Moniquet.

Molenbeek ofrece una grave lección de lo que ocurre en otros lugares de Europa, según Adam Deen, exradical británico que ahora integra la organización antiextremista Quilliam Foundation. A los musulmanes se les está ofreciendo cada vez más una interpretación muy limitada del Islam: el wahabismo, la estricta secta agresivamente promovida por Arabia Saudita en todo el mundo, señaló.

"Lo que esto hace es crear una sensación de alienación del lugar donde uno nace y crece. Uno empieza a odiar a la sociedad en la que se crió", dijo Deen, quien asegura que sigue practicando el Islam pero ha abandonado el extremismo. "Lo que ocurre ahora es que cualquier musulmán que desea estar activo dentro de la comunidad musulmana, se encuentra por defecto con el wahabismo o una variedad del mismo".

"El wahabismo crea una perspectiva binaria sobre el mundo. Esa clase de adoctrinamiento, que predica que todos los que no son musulmanes no son humanos, hace que sea muy fácil poner una bomba en un lugar público", agregó.

Sin un "contrapeso narrativo", unos cuantos se encuentran a la puerta de ISIS, añadió Deen. De hecho, se cree que en Siria e Irak había unos 1,200 franceses reclutados por ISIS a fines de 2014, según un estudio publicado en enero por el Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización y Violencia Política. El informe indica que de Bélgica fueron unos 440, el mayor número per capita de cualquier nación europea. De Alemania y Reino Unido fueron más de 500, cada uno.

Y muchos países europeos, incluidos Bélgica y Francia, están mal equipados o reacios a lidiar con la amenaza, según Deen y Durodie.

Mientras que la gran mayoría de musulmanes en Francia, por ejemplo, están integrados y se ven como totalmente franceses, a la minoría que ve su nationalidad como antiética para su religión no se le está ofreciendo una alternativa apropiada, dijo Durodie.

"Están atrapados entre ninguna cultura", afirmó. "Occidente no es muy bueno para promover su propia cultura" y como resultado algunos jóvenes en busca de identidad recurren a otra o de algún modo caen en las garras del extremismo.

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