MOSCÚ, Rusia - Vladimir Putin cumplió 70 años el viernes sumido en el ojo de una tormenta que él mismo creó: Su ejército sufre humillantes reveses en Ucrania.
Cientos de miles de rusos escapan a una orden de movilización y varios de sus principales colaboradores despotrican en público contra los jefes militares.
El espacio de maniobra de Putin es cada vez más reducido y apela entonces a amenazas de que podría emplear armas nucleares para conservar los territorios que conquistó en Ucrania, una perspectiva que contradice las promesas de estabilidad que hizo durante sus 22 años en el poder.
LA RESISTENCIA UCRANIANA LE ESTÁ DANDO DOLORES DE CABEZA A PUTIN
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“Este es un momento realmente duro para él, pero no puede culpar a nadie. Se lo creó él mismo”, expresó Andrei Koleskikov, senior fellow del Carnegie Endowment. “Y sigue insistiendo, metiéndose en problemas bien, bien grandes”.
Al lanzar su desastrosa guerra en Ucrania, el conflicto militar más grande que vive Europa desde la Segunda Guerra Mundial, Putin ignoró un contrato social tácito en el que el pueblo ruso aceptó hacer a un lado las libertades políticas de la era postsoviética a cambio de una relativa prosperidad y estabilidad interna.
Mijail Zygar, un periodista con muchos contactos con la élite del Kremlin que escribió un best-seller sobre Putin y su entorno, dijo que la invasión tomó por sorpresa no solo a la ciudadanía sino a los más estrechos aliados de Putin.
“Están todos conmocionados”, declaró Zygar. “Nadie quería que las cosas tomaran el rumbo que tomaron, porque lo van a perder todo. Quedaron todos manchados de sangre y saben que no tienen adónde ir”.
Stanislav Belkovsky, consultor político también con amplios contactos con la clase gobernante, describió la invasión como un mecanismo de “autodestrucción” que acabará con Putin, su régimen y la Federación Rusa.
Con el ejército ruso en retirada ante los avances de las fuerzas armadas ucranianas, que cuentan con armamento occidental, Putin redobló la apuesta anexando cuatro regiones ucranianas y declarando una movilización parcial de hasta 300.000 reservistas para reforzar una vanguardia que se cae a pedazos.
El reclutamiento, mal organizado, generó un caos. Los militares se las ven en figurillas para equipar a los nuevos reclutas, a muchos de los cuales se les pidió que se compraran ellos mismos artículos de primeros auxilios y otras cosas básicas, y tuvieron que dormir en el piso a la espera de ser enviados al frente de batalla.
En las redes sociales abundan las conversaciones acerca de cómo evitar ser reclutados y cientos de miles de hombres le escaparon a la movilización, amontonándose en las fronteras con los vecinos de la antigua Unión Soviética, decididos a salir del país.
La movilización, según Kolesnikov, afectó la popularidad de Putin y dejó preparado el escenario para una posible agitación política. “Después de esta movilización parcial, es imposible decirle a nadie que estabilizó el sistema. Estremeció los cimientos de la estabilidad”.
Los reveses militares fueron recibidos con insultos hacia los militares de parte de algunos de los principales colaboradores de Putin. El Kremlin no hizo nada para silenciarlos, lo que podría ser un indicio de que se prepara para hacer cambios en la cúpula militar, culpándola del fiasco.
“Las peleas internas entre sectores poderosos del círculo íntimo de Putin podrían desestabilizar el sistema y debilitar a Putin”, expresó Belkovsky.
La creciente agitación representa un marcado contraste con la imagen de estabilidad que cultivó Putin desde que asumió las riendas del poder en el 2000.
En numerosas ocasiones Putin dijo que las turbulencias que caracterizaron la gestión de su predecesor, Boris Yeltsin, habían sido un período de gran deterioro, en el que las riquezas del país fueron despilfarradas por magnates conectados con el Kremlin y Occidente, y millones de personas se vieron sumidas en la pobreza.
Los rusos vieron con buenos ojos las promesas de Putin de devolverle su grandeza al país ayudado por la riqueza petrolera y se han mostrado mayormente indiferentes ante la implacable restricción de las libertades políticas por parte del Kremlin.
Estudiosos de Putin dicen que él todavía cree que puede salir victorioso. Belkovsky afirma que planea usar la energía como instrumento de presión. Al reducir el flujo de gas a Europa y pactar con la OPEP una reducción de la producción de petróleo, podría hacer subir los precios y generar inquietud en Estados Unidos y sus aliados.
Putin quiere que Occidente acepte de forma tácita el actual status quo en Ucrania, reanude la cooperación energética con Rusia, levante las sanciones más fuertes y descongele los bienes rusos que congeló, según Belkovsky.
“Sigue pensando que puede salirse con la suya en un largo enfrentamiento con Occidente, en el que la guerra en Ucrania es tan solo un elemento importante, pero no decisivo”, agregó.
Putin amenazó con usar “todos los medios disponibles” para defender los territorios anexados en Ucrania, en un esfuerzo por presionar a Occidente para que acepte la actual situación.
Kolesnikov describió las amenazas de emplear armas nucleares como un signo de desesperación.
“Es el último paso que puede dar, en el sentido de que sería algo suicida”, dijo el experto. “Si está dispuesto a hacerlo, quiere decir que estamos frente a un dictador que es peor que Stalin”.
Algunos analistas dicen que la OTAN podría responder con armas convencionales si Putin aprieta el botón nuclear.
Belkovsky afirma que Putin está convencido de que Estados Unidos y sus aliados no responderían si Rusia usa armas nucleares de alcance limitado en Ucrania.
“Si Estados Unidos cree que no está psicológicamente preparado para hacerlo, se equivoca”, dijo Belovsky.
Zygar, por su parte, comentó que los entendidos no pronosticaron la anexión de Crimea en el 2014 ni la actual invasión porque usaban criterios racionales.
“Nuestras percepciones acerca de los límites racionales resultaron erradas”, dijo Zygar. “Esos límites no existen”.