Obispo de Guerrero apuesta por diálogo con narcos

Salvador Rangel considera que ese es el camino para reducir la violencia en la región.

Salvador Rangel, obispo de la diócesis donde el lunes asesinaron a dos sacerdotes, insistió el martes en la necesidad de dialogar con los líderes del crimen organizado, como él reconoce que hace, para reducir la violencia y pidió a los electores que en los comicios presidenciales de julio voten por quien pueda pacificar el país. 

“Abiertamente lo he dicho, he dialogado con los capos, con los jefes de esos grupos para que cuiden a los sacerdotes, religiosas, seminaristas”, dijo Rangel en entrevista telefónica. 

“Siempre he hablado de diálogo para buscar la paz”. 

El homicidio de los curas, ocurrido en la madrugada del lunes cuando ellos y cuatro personas más salieron de las fiestas por la Virgen de la Candelaria en la comunidad de Juliantla, 180 kilómetros al sur de Ciudad de México, fue —a juicio del obispo— un “incidente fortuito” que atribuye a criminales de otros estados con quienes no ha tenido contacto. 

Según explicó, los sacerdotes —que eran también músicos— participaron en el espectáculo de esa localidad en el municipio de Taxco y cuando ya se iban y adelantaron un vehículo, sus ocupantes debieron enojarse, les rebasaron y les acribillaron. 

No obstante, añadió, lo preocupante es que “estos incidentes son el pan de cada día en Guerrero y en México”, y que en ocasiones ocurren con “cierta complicidad de las autoridades”. 

Sin embargo, el fiscal del estado, Xavier Olea, ofreció otra versión en conferencia de prensa el martes por la tarde.

Según indicó, en la fiesta había miembros del crimen organizado de Guerrero, Estado de México y Morelos que estaban armados y presuntamente alcoholizados o drogados; que el pueblo no pidió seguridad; que los sacerdotes bebieron alcohol; que hubo un conflicto en el baile; y que los delincuentes les atacaron porque vincularon a uno de los curas —Germaín Muñiz— con un grupo contrario a raíz de una fotografía divulgada en redes sociales en la que se le ve con un arma. 

En el funeral de Muñiz, el martes por la mañana en Apango, Rangel hizo un llamamiento a los tres niveles de gobierno para “hacer lo imposible” para lograr la paz y lamentó que ya comenzaran a hacerse “elucubraciones un tanto desfavorables” para denigrar al padre Germaín. 

Pese a esta situación, la apuesta por hablar con los criminales no está exenta de polémica: los políticos en general y las autoridades de Guerrero en particular se han opuesto a ella. 

“Es una navaja de doble filo”, aseguró el sociólogo de las religiones Bernardo Barranco, quien recordó que no es una propuesta nueva dado que en los años 80 —tras el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo— líderes eclesiales se reunieron con altos capos. 

“Puede que haya buena intención en el obispo —dijo— pero se puede prestar a cierta connivencia” y recordó el caso de las grandes “limosnas” que algunos criminales daban a ciertas parroquias. Además consideró que el episcopado en general “se ha quedado corto” en su apoyo a denunciar graves violaciones a los derechos humanos. 

El tema se coló hasta la escena de la precampaña electoral mexicana cuando el aspirante a la presidencia que lidera las encuestas, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, lanzó —precisamente en la diócesis de Rangel— la idea de trabajar en una eventual amnistía o perdón a ciertos los narcotraficantes. 

La propuesta generó ríos de tinta y de críticas pero el obispo reconoció que “si la amnistía es para aquellas personas que quieran enmendar su vida y corregirse, estoy de acuerdo”. Agregó que muchas veces ofreció sus servicios como intermediario y que los mexicanos tienen ahora “un gran arma que es el voto” para apoyar, más que a un partido, a aquellas personas que quieran pacificar el país.

Contáctanos