México: “Todo vale la pena por ver al Papa”

La seguridad, a cargo de militares y policías federales, no frenó el entusiasmo que despierta Francisco

Ver al papa Francisco de cerca aunque sea unos cuantos segundos, al iniciar el sábado su segunda jornada en México, vale cualquier esfuerzo.

Al menos es lo que consideran los integrantes de un grupo de jóvenes estudiantes de escuelas maristas, que viajaron desde Toluca, la capital del Estado de México, para estar en las vallas de voluntarios que resguardan el orden durante todo el recorrido del pontífice, desde la Nunciatura Apostólica hasta Palacio Nacional.

"Me late el corazón muy aprisa; siento una emoción enorme", expresa Jorge, uno de los jóvenes mexiquenes, todos menores de edad, que en ningún momento perdieron el entusiasmo mientras aguardaban a ver pasar a Francisco en uno de los "papamóviles" descubiertos.

Junto a él, Jesús, Valeria y Germán, comparten que valió la pena todo lo que pasaron para llegar hasta el Eje 8 y el Eje Central, donde el convoy papal enfilaría hacia la recepción que le ofrece el presidente Enrique Peña Nieto.

Los jóvenes relatan que salieron de Toluca a la 1am/12pmc y llegaron a la capital mexicana dos horas y media después; de ahí, los trasladaron a uno de los centros maristas en la ciudad, del que salieron a pie poco antes de las 6am/5c y recorrieron caminando un trayecto de más de una hora antes de llegar al sitio que les indicaron para instalar las vallas.

Pero pese a la desvelada, el cansancio y el hecho de que no habían probado alimentos durante más de 12 horas, confiaron sentirse felices por participar en esta jornada, pese a que no podrán moverse del punto asignado hasta después de las 22pm/21c, cuando el papa Francisco regrese a descansar en la Nunciatura Apostólica.

Y ahí, junto a esos entusiastas jóvenes a los que tanto reconoce el papa porque "son una invitación a transformarse y renovarse", también había cientos de vecinos de la zona, algunos de ellos en sillas de rueda; otros, arriba de sillas o bancas, o desde las azoteas de sus viviendas, uniéndose a las porras, alegres y coloridas, para recibir al papa argentino.

La actividad resultó inusual para la mayoría de los habitantes de esa área de la delegación Benito Juárez, y no pocos se sorprendieron al salir de sus viviendas y toparse de frente con militares y policías federales resguardando casa metro hasta llegar a las avenidas por las que pasaría el convoy papal.

No obstante, pese a la fama negativa que a veces acompaña a los integrantes de las fuerzas del orden, al menos en esta ocasión el espíritu de esperanza por un mejor país generó una transformación evidente:

Militares y policías de trato amable, sonrientes con los vecinos aunque sin relajar la disciplina en ningún momento, y vecinos correspondiendo al buen trato, con un saludo y siguiendo instrucciones para mantener el orden.

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