Violencia detona éxodo en comunidades

Familias huyen para escapar de las luchas entre bandas del narcotráfico.

La guadalupana, el Cristo y el niño dios son los únicos que se quedaron para cuidar a los animales abandonados a su suerte por habitantes de estos pueblos de Guerrero que salieron huyendo.

"En estas comunidades había una amenaza para los pueblos que si no se salían los iban a venir a ejecutar y ahorita estamos constatando que ya son pueblos fantasmas", dice José Díaz Navarro, del colectivo Siempre vivos Chilapa.

Díaz Navarro recorrió las zonas abandonadas, donde tal pareciera que pasó un tornado: la ropa está tirada en los pisos, la cosecha regada y amontonadas las pertenencias que no alcanzaron a llevarse cuando se fueron, despavoridos, perseguidos por el miedo.

“No tenemos un número aproximado de cuántas familias hayan huido, pero lo que si sabemos es que por ejemplo aquí había unas 400 y hoy, si quedan 20, son muchas", dijo el activista Manuel Olivares.

Las comunidades, ahora vacías, pertenecen al municipio de Chilapa de Álvarez. Aquí los cárteles rivales del narcotráfico han llevado a cada casa la pesadilla de sus disputas.

Esta no es la primera vez que en esta zona la gente tiene que abandonar sus hogares. Desde el 2015 la violencia se ha apoderado del área, registrando todos los días secuestros, homicidios y abandono de los pueblos que se van buscando paz en otros lados.

Pocos son los que se animan a quedarse, y si lo hacen, niegan lo que está ocurriendo para no meterse en problemas.

“Es cierto que los amenazaron?..- No- y por qué se están yendo?... -No sé", dice uno de los habitantes de Ahuehuyuca.

Otros tantos, solo van a sus propiedades de día y se van antes de que caiga la noche

“Quiero que sepan que toda la gente que se está yendo no debe nada, pues, se va por miedo", dice un habitante de Ahuehuyuca.

Los cientos de desplazados se distribuyen en refugios, en casas de amigos o familiares, pero de forma tan discreta que parece un secreto, pues tienen temor que hasta ahí los puedan seguir los delincuentes.

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