Con plegarias muchos llegan hoy al santuario de Hialeah ante la imagen del santo milagroso: el viejo Lázaro, el Babalú Ayé de los cubanos.
Cada uno de los fieles tiene su propia historia de fe y sobre todo, agradecimiento. Por eso en su día nunca fallan al encuentro con el santo de los perros y las muletas. Es una fe que une a los cubanos de ambas orillas.
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A un lado y al otro del estrecho de la Florida, San Lázaro tiene su rincón y un pueblo que espera por el gran milagro.
Con la misma devoción miles de creyentes han estado llegando durante toda la mañana y seguirán en las próximas horas, para cumplir sus promesas o sencillamente, en busca de su bendición.