Los equipos de búsqueda y rescate de Miami-Dade que están considerados entre los mejores del mundo, se han desplazado a la zona cero en los ataques del 911, al terremoto en Haití y hasta Filipinas, pero ahora están buscado a víctimas de un desastre en su propia comunidad.
Son rescatistas de muchos entrenamiento y experiencia, pero también son padres e hijas que sienten un profundo dolor en medio del intenso trabajo.
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Son los equipos de búsqueda y rescate de Miami Dade trabajando entre los escombros en busca de un milagro o la triste noticia para las familias que esperan.
Cortan el hierro con cierras eléctricas, utilizan palas Y hasta sus propias manos para remover los pedazos de concreto. A veces lo que encuentran es muy doloroso.
El teniente Douglas Duarte, miembro de Florida Task Force 1, dice: “Tengo hijos pequeños, cuando he estado allá arriba y pasar por strollers o teteros o juguetes de infantes es bien triste”
Además están los desafíos de la naturaleza: uno de los retos más grandes obviamente es trabajar en el clima en que vivimos. El calor, nosotros particularmente estamos trabajando el turno de la noche so tememos el reto de la oscuridad que nos limita”.
Pero nos dicen que lo más duro es que a pesar de trabajar sin cesar, según Margarita Castro, miembro de Florida task Force 1, “es difícil saber que estamos trabajado día y noche 24 horas al día y no hemos podido salvar a nadie”.
Margarita Castro ha sido miembro del equipo por 6 años, y asegura que “no hay palabras para describirlo se siente el dolor de la familia en ese sitio se siente el dolor de los rescatistas. Es difícil porque no queremos estar emocionalmente es ese momento porque queremos enfocarnos en el trabajo, pero a veces no queda otro remedio que sentarse arriba de la loma y a veces llorar, a veces tomar unos minutos”.
Y vuelven al trabajo teniendo presente que cada minuto cuenta para las familias que aguardan con angustia.
Muchos de ellos ya entienden porque pudieron visitar y fueron al sitio y fueron a los escombros y vieron a Los rescatistas trabajando.
“Lo que yo más quisiera es que pudiéramos encontrar a una persona, eso de veras. No que el esfuerzo no vale la pena, porque siempre vale la pena, pero encontrar a una persona, tener un milagro, sería una bendición”.
Entre sus turnos de 12 horas descansan bajo carpas, y a pesar del agotamiento muchas veces se les dificulta dormir pensando en lo que enfrentaron durante su jornada.
