Yary Massaguer, la madre desesperada de un niño enfermo pide con el corazón en la mano que la ayuden.
Un reclamo de ayuda desde la sala de terapia intensiva del hospital pediátrico de Camaguey, en Cuba. El sitio donde su pequeño Alain permanece desde que tenía 23 días de nacido.
“No hay alternativas. No existen medios por los que podamos sacar al niño adelante”.
El diagnóstico es atrofia muscular espinal. Segúnnos conto su mamá, los médicos apenas le ofrecen esperanzas, pero ella investigó y supo que fuera de Cuba existen tratamientos alentadores.
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“Ruego, imploro, con la mano en el corazón, una visa humanitaria”, dice Yary.
Alexander Pupo, médico cubano exiliado en Estados Unidos, dice que es “triste ver cómo no hay un interés por parte de esa dictadura de garantizarle una atención de salud medianamente buena ni siquiera a los niños”.
Desde la isla, el doctor Pupo denunció la crisis del sistema de salud publica. Sus comentarios fueron motivo de hostigamiento y sanciones.
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“Obviamente la potencia médica no puede tratar hoy en día ni siquiera una cefalea de manera satisfactoria”, dice Pupo.
Por eso no le sosprenden tantos gritos de auxilio a traves de las redes sociales.
Lo que el régimen cubano presentó siempre como uno de sus mayores logros, es hoy un sistema de salud en en ruinas con falta de insumos, medicamentos y personal médico.
“Dentro de los propios hospitales hay salas de turismo, destinadas a extranjeros o personalidades del gobierno. Esas salas sí están equipadas, esas salas tal parece que no están dentro del mismo hospital”,dice Pupo.
Aunque para muchos enfermos o sus familias, la visa humanitaria es la esperanza de vida, el proceso tampoco es sencillo.
Pero aún así, las madres desesperadas como como Yary no pierden la fe. Ni renuncian al sueño de ver a sus pequeños sonreir.
