CARACAS .— El primero de los cinco barcos cisterna iraníes, cargado de gasolina, ingresó el sábado a aguas de Venezuela, donde será custodiado por dos buques de las fuerzas armadas.
Teniendo como fondo la canción del Alma Llanera, que es considerada el segundo himno nacional de Venezuela, la estatal Venezolana de Televisión anunció pasadas las 8:00 de la noche, que el barco cisterna iraní Fortune ingresó a la zona económica exclusiva bajo la custodia de dos busques de la Armada y la Aviación e inició un recorrido hacia la refinería de El Palito, en el estado centro costero de Carabobo.
“Día histórico, día de jubilo para Venezuela”, expresó el locutor de la televisora estatal controlada por el régimen de Nicolás Maduro, al celebrar la llegada de la embarcación iraní.
A la celebración también se sumó el vicepresidente de Economía y ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, quien señaló en su cuenta de Twitter que “esta cooperación energética apunta al desarrollo integral en beneficio de nuestros pueblos".
Las cuatro embarcaciones restantes, Forest, Faxon, Petunia y Clavel, son esperadas entre mediados y finales de la próxima semana. Se estima que los cinco buques traen en total 1,5 millones de barriles de combustible valorados en 45,5 millones de dólares.
Las autoridades venezolanas han considerado el arribo del barco iraní como una consolidación de la iniciativa del “mundo multipolar” que viene a suplir parte de las urgentes necesidades de combustible que enfrenta la nación petrolera.
Venezuela se encuentra sumida en una compleja crisis económica y social que amenaza con agravarse ante la cuarentena que se inició a mediados marzo. Las autoridades extendieron las medidas de confinamiento hasta junio para hacer frente a la pandemia del coronavirus que ha dejado 1.000 contagiados y 10 fallecidos, según las cifras del gobierno de Maduro.
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El envío de las embarcaciones por parte de Irán desató en los últimos días una serie de declaraciones en Washington, Teherán y Caracas que animaron el calentamiento de las tensiones entre los tres gobiernos que mantienen tirantes relaciones desde hace décadas.
El politólogo y académico Carlos Romero descartó que el envío de los buques cisterna pueda desencadenar un conflicto bélico entre Estados Unidos e Irán, y declaró a The Associated Press que el caso se limitará a un “problema político” en el que aseguró que Nicolás Maduro “va a tomar ventaja” y convertirá el evento en una “epopeya” para sacar dividendos políticos.
Las autoridades venezolanas han defendido los envíos de combustible de Irán, su estrecho aliado en el Medio Oriente, considerándolos como una ayuda humanitaria para hacer frente a la crisis que aseguran que es generada por las sanciones económicas que ha impuesto Estados Unidos para presionar la salida de Maduro del gobierno.
En los cinco buques cisterna vienen unos 1,5 millones de barriles de combustible que según estimó el economista y académico Hermes Pérez sólo servirán para cubrir entre tres o cuatro semanas de demanda, que ronda los 60.000 barriles diarios debido a la paralización en la que se encuentra el país por la cuarentena. Antes de marzo la demanda combustible estaba alrededor de los 127.000 barriles diarios.
Pérez afirmó que estas importaciones de combustible “no resuelven el problema de fondo” que enfrenta Venezuela con la paralización de su sistema refinador. “Esto va a ser una cuestión anecdótica que simplemente será una ‘curita’ (venda) tratando de tapar una cortada importante”, agregó.
En algunos estados del interior se vienen reportando desde hace varios años fallas en el suministro de combustible, pero desde marzo la escasez se agudizó en la capital venezolana y el resto del país, situación que se hizo evidente con el cierre de numerosas gasolineras y la formación de kilométricas filas en las pocas que operan que permanecen bajo custodia de los militares, que han impuesto estrictos controles y limitaciones para la venta de gasolina.
El régimen de Maduro no ha ofrecido información actualizada sobre la situación del sistema refinador pero los analistas asocian la severa escasez de gasolina que enfrenta la nación, que posee una de las mayores reservas petroleras del mundo, a la paralización de las refinerías.
La nación suramericana cuenta con seis refinerías que tienen una capacidad de refinación de 1,3 millones de barriles diarios, pero según un informe de la Asamblea Nacional, sólo la refinería de Amuay, en el estado occidental de Falcón, se encuentra refinando unos 100.000 barriles diarios.
Los congresistas, contrarios al régimen de Maduro, atribuyen la paralización a “profundas fallas técnicas, fallas eléctricas, desprofesionalización de los trabajadores, falta de inversión y de programas de mantenimiento aplazados desde hace años” por la administración de Maduro.
Las autoridades atribuyen la crisis que enfrenta la industria petrolera venezolana, cuya producción ha caído a 600.000 barriles diarios, a las sanciones que impuso Washington en 2019 la corporación estatal Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), pese a que ya se venía registrado una caída importante de la producción petrolera y sus derivados desde años anteriores.
Los problemas de industria petrolera se complicaron a fines de marzo luego de que la compañía rusa Rosneft, socia de PDVSA en algunos proyectos y proveedora de combustible y otros productos, anunció la venta de todos sus activos y participaciones en Venezuela a una compañía propiedad del gobierno ruso. La acción de Rosneft se dio semanas después que Washington anunció sanciones contra la empresa rusa.
Desde abril comenzó a reportarse el arribo al estado costero de Falcón de varias aeronaves provenientes de Teherán. En relación a esos vuelos el ex viceministro de Refinación y Petroquímica, Erling Rojas, dijo en abril en su cuenta de Twitter que Venezuela había recibido vía área desde Irán un catalizador que se emplearía para reiniciar una unidad necesaria para producir gasolina en la refinería de Cardón, en el estado Falcón.