En un autobus ingresaron desde Tijuana a Estados Unidos los primeros migrantes que esperaban en México por sus casos de asilo político.
Alex Mencin, activista en la frontera, asegura que “van a ser atendidos, van a tener alojamiento y transporte para llegar a sus destinos y seguir sus casos de asilo de forma legal, en Estados Unidos”.
Mientras tanto, en un campamento en Matamoros, otros miles de migrantes esperan por la misma oportunidad. El proceso marcha con mucha lentitud, pero nunca antes se habían sentido tan cerca de su destino.
Carlos Alonso Herández, migrante cubano en la frontera, advierte que ya ve “la luz al final del tunel. No importa unos días más o unos días menos, pero ya vamos a entrar”.
Para la mayoría, ha sido una espera de más de dos años en condiciones muy difíciles. Ahora, se suman las bajas temperaturas.
Quienes reciben la ayuda económica de familiares en Estados Unidos, pueden pagarse una renta. Quienes no, deben permanecer en estos campamentos, que ya no dan a basto.
Michael Thompson quien duerme con varios pantalones y chaquetas por el frio que se cuela en la casa de campaña en que duerme, cree que es “necesario que nos pasen a nosotros primero. Si, y después a quienes tienen más dinero para pagar renta, nosotros no tenemos”.
Local
Daysi Daquin vive en la Florida. Con sus ingresos en un restaurante ha podido ayudar a su primo, quien también espera en la frontera. “Nosotros mantenemos comunicación con él y vemos las 10 y 12 frazadas que tiene, y como la está pasando, pero eso decidimos ayudarlo, porque no puede seguir en esa situación”.
