Así nació “La Ruta de la Muerte”

Esta es la historia de cómo nos embarcamos en esta aventura la productora Adrianna Mocciola, el camarógrafo Javier Uriza y yo.

NADA HA TERMINADO

Si usted es de los que creen que el narcotráfico desapareció en Colombia con la muerte de Pablo Escobar, el Capo de Capos, está muy equivocado. Y si además piensa que la producción de cocaína se acabó, lamento decepcionarlo. 24 años después de que la Policía colombiana dio de baja al más grande criminal de la historia del narcotráfico, 950 toneladas de cocaína de la más alta pureza, cada año, aún siguen entrando a los Estados Unidos.

Por eso esta vez fui yo quien convenció a mis socios de aventuras, la productora Adriana Mocciola y el camarógrafo Javier Uriza, de ir a las selvas colombianas, a los puertos marítimos, a las escuelas de entrenamiento de los Comandos Jungla de la policía colombiana y hasta el mismísimo Palacio de Nariño, la sede del Gobierno, para descubrir cómo opera la más sanguinaria cadena criminal cuyos tentáculos se sienten a diario en nuestras calles del sur de la Florida.

SELVA Y MAR ADENTRO

Y así fue. Una vez más nos embarcamos los tres, con la complicidad de otra eterna cómplice, mi jefa, Helga Silva, hacia las entrañas del monstruo más tenebroso que ha producido la humanidad: el tráfico de cocaína que mata y enloquece a miles de personas alrededor del mundo, el mismo que produce sangre y horror por donde quiera que pasa, el que se desarrolla a través de La Ruta de la Muerte.

Después de recorrer más de 6000 millas sobrevolando el Mar Caribe, las montañas colombianas y las inhóspitas estribaciones de las selvas colombianas, logramos adentrarnos en el oscuro mundo del tráfico criminal de cocaína. Más de un año de producción y un millón de picaduras de mosquitos después, vivimos en carne propia la forma cómo una simple hoja de coca, la planta milenaria usada por indígenas de la Cordillera de los Andes en Colombia y Bolivia, se convierte en la mortal sustancia con apariencia de polvo blanco que circula por las narices de millones de drogadictos alrededor del mundo.

EL LIBRE MERCADO

En el primer eslabón de ésta sangrienta cadena del tráfico de cocaína, un kilo de alta pureza cuesta 600 dólares. Una vez logra ser descargado en las costas del sur de la Florida ya vale 25 mil, y cuando llega a las calles de Nueva York o Chicago puede valer 60 mil dólares. Es la lógica del libre mercado. Más de 50 millones de tabiques nasales dentro de Estados Unidos están dispuestos a pagar el precio que sea para saciar su enfermedad.

Créanme que no fue nada fácil penetrar en los lugares que nunca antes habían sido registrados por cámaras de televisión. Y créanme también cuando digo que el macabro negocio criminal del narcotráfico está muy lejos de terminar.

[DERECHOS RESERVADOS TELEMUNDO 51] La Ruta de la Muerte: plantaciones y laboratorios

Contáctanos