Pastor desarma a veterano durante servicio religioso

El militar tenía un rifle de asalto semiautomático

El obispo Larry Wright había estado predicando durante 20 minutos en la víspera de Año Nuevo, cuando vio entrar por la puerta principal de su iglesia en Fayetteville, Carolina del Norte a un joven desaliñado al que nunca había visto antes.

El hombre tenía en una mano un rifle de asalto semiautomático y en la otra, un cargador.

Conforme éste se acercaba al púlpito -y mientras Wright se le acercaba cuidadosamente- algunos de los 60 feligreses creyeron que era una treta, comentó Wright a NBC News, que su pastor estaba usando un método inusual para enfatizar un punto en el que acababa de incidir en ese preciso momento sobre la violencia de las armas: "En cualquier momento tu vida te puede ser arrebatada".

Pero no era el caso.

Wright, de 57 años, es miembro del Consejo de la ciudad. Pero también fue militar de carrera -exparacaidista y sargento instructor retirado en 1997- así que puso en práctica su experiencia mientras descendía los tres peldaños del púlpito: se preguntaba si el rifle estaba cargado, si tendría que maniatar al hombre.

Wright comenzó con una pregunta simple. "Le pregunté '¿Puedo ayudarlo?'", recuerda. "Respondió '¿Puede rezar por mí?'".

Wright tomó el rifle y se lo pasó a un diácono. Luego le dio unas palmaditas al hombre para asegurarse que no tuviera más armas. "Le pedó a Dios que me ayudara y le di la bendición" relató. "Entonces se arrodilló y comenzó a llorar".

Resultó ser un veterano militar que sufre del síndrome de estrés postraumático, dijo Wright a NBC News. A su esposa le habían diagnosticado recientemente una grave enfermedad y él no estaba tomando su medicación. Necesitaba dinero. Estaba estresado.

"Tenía la pistola porque iba a robar para obtener dinero", afirmó Wright. "Iba a ser lo que fuera necesario para cuidar de su familia".

"Iba a hacer daño", agregó.

En cambio, cuando Wright terminó su sermón, el hombre se sentó en un banco cerca del púlpito durante el resto del servicio.

Después la policía lo detuvo, pero no fue acusado. Le volvieron a dar su medicina y lo dejaron libre, según el pastor.

El hombre regresó a la iglesia de Wright con una noticia: deseaba ser bautizado. Quería integrarse a la congregación, llamada "Heal the Land" (Sanar la Tierra).

"Me abrazó y exclamé 'Gracias a Dios'", recordó Wright. "Podría haber pasado algo muy diferente". Podría haber terminado en una tragedia, un tiroteo más, una masacre más.

Fue un milagro, gracias a la sangre fría del predicador.

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