Sin gasolina, la capital de Oaxaca prácticamente se ha detenido.
Desesperados, los pobladores hacen fila durante muchas horas, pero de los depósitos y las llaves solo salen unas cuantas gotas.
Durante toda esta semana la situación ha ido empeorando.
Los maestros disidentes mantienen tomadas las instalaciones de Pemex.
Como parte de las medidas adoptadas para boicotear las elecciones, no permiten que entren ni salgan las pipas abastecedoras, por lo que el transporte público está inactivo y pocos son los autos particulares que aún pueden circular.
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En Chiapas, la gente tampoco puede salir, pues la violencia se ha apoderado de las calles.
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Los inconformes tomaron este viernes en Tuxtla Gutiérrez las oficinas de todos los partidos políticos y les prendieron fuego. Lo mismo ocurrió con la papelería electoral.
Las fuerzas de seguridad federales ya comenzaron a desplegarse en los estados donde las autoridades consideran que podría generarse violencia el domingo, pero permanecerán concentrados y solo actuarán si fuera necesario.
Un análisis de inteligencia revela que Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Tamaulipas y Guerrero son los lugares donde los manifestantes podrían intentar impedir que las casillas abran.
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El Instituto Nacional Electoral lo sabe y dicen que están listos para sustituir la papelería dañada e hicieron un último llamado a quienes pretender detener la voz de la democracia.
Pero las negociaciones han fracasado.
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Esta mañana, los profesores rechazaron la propuesta de la Secretaría de Gobernación, afirmando que era mínima e insuficiente la respuesta ante su pliego petitorio.
Entonces cumplieron su amenaza y la violencia se recrudeció: las calles de las zonas consideradas puntos rojos se llenaron de protestas y plantones, mientras que decenas de vehículos fueron incendiados y los edificios ardieron.
Y esto es apenas el principio, anticiparon los inconformes.
