Oggun: Un caballo de hierro para Cuba

Saúl Berenthal, el hombre detrás del tractor Oggun


Fue una noticia que acaparó titulares a nivel mundial: “Obama autoriza primera fábrica americana en Cuba” dijo el New York Times. “EE.UU. aprueba primera fábrica en Cuba en medio siglo”, tituló El País. Hasta en la revista tecnológica “Popular Mechanics” fue noticia de primera plana “La Primera fábrica americana en Cuba en 50 años”.

Muchas noticias, pero muy poco se conoce sobre el hombre que está a las riendas de este caballo de hierro llamado “Oggun”, como el orisha de la santería cubana.

Esta es la historia de Saúl Berenthal, uno de los dos judíos de Carolina del Norte que están detrás de la proyectada fábrica de tractores “Oggun” que será construida en Cuba. Mejor dicho, un judío de Carolina del Norte y un judío cubano. Esta es la parte menos conocida de esta historia.

El judío de Carolina del Norte se llama Horace Clemmons y el judío cubano Saúl Berenthal. Ambos son los dueños de la compañía “Cleber”, que está a punto de convertirse en la primera empresa norteamericana en establecerse en Cuba en los últimos 57 años.

Saúl y su familia no son ajenos a las explosiones sociales y los movimientos extremistas que de vez en vez sacuden a algunos países. En dos oportunidades los Berenthal han tenido que dejarlo todo atrás para buscar otra tierra prometida. Primero fueron sus abuelos huyendo de una Europa sacudida por el fascismo. Después sus padres escaparon de la violencia desatada por la revolución cubana. Pero a pesar de esos traumas, ni el odio ni el rencor anidan en su corazón.
Saúl Berenthal nació en La Habana. Sus padres eran judíos de Europa del Este. La madre polaca y el padre rumano.

“En esa época numerosos judíos europeos querían emigrar a Estados Unidos, pero no era fácil obtener visas. Muchos escogieron a Cuba como plataforma de salto para llegar a Estados Unidos”, me contó Saúl una agitada mañana durante una entrevista. Hablábamos por teléfono y detrás se escuchaba el ajetreo de una actividad incesante de computadoras y timbres telefónicos.
Pero los padres de Saúl no contaban con que los encantos de la isla caribeña y las facilidades de trabajo y vida en esta nueva tierra prometida les permitirían establecerse y salir adelante en La Habana. Allí tuvieron dos hijos.

La comunidad judía en la Cuba de los años 50
Las décadas de los años 40 y los 50 en Cuba fue una época de crecimiento económico y desarrollo. Su cercanía geográfica y cultural con Estados Unidos le daba al país una posición privilegiada con respecto a América Latina. Cuba era un lugar donde los inmigrantes se establecían y con esfuerzo y trabajo prosperaban.
Era como un Estados Unidos en pequeña escala. Una economía floreciente, las leyes empresariales más avanzadas de América Latina, una Constitución progresista y una sociedad abierta a muchas culturas. Tanto como la comunidad judía, existían otras comunidades numerosas y prósperas como la española, italiana, china, libanesa, etc. Cuba era como Estados Unidos, un país de inmigrantes.

"En esos años alrededor de 20 mil judíos habitaban en la isla. La mayoría de ellos dedicados al comercio y la distribución". Uno de ellos era el padre de Saúl, quien encontró espacio en el negocio de importación y distribución de piezas para automóviles.

Trabajo duro, fe y disciplina lo llevaron a escalar en la sociedad. El negocio prosperaba y la familia de Saúl fue mejorando en la pirámide social. Así se fueron mudando de barrios. Desde Centro Habana, (un barrio prácticamente de obreros), a la Víbora donde vivían en su mayoría gente de la clase media hasta Miramar, lugar preferido por la clase media alta.

“A medida que el negocio de mi padre prosperaba, podíamos ir a mejores casas y mejores lugares”, recordó Saúl.

“En esa época en Cuba la comunidad judía era muy interesante y muy bonita...la mayoría de los judíos en La Habana estaban involucrados en los negocios…ya los judíos de la generación mía comenzaron a educarse y hacerse profesionales, pero los judíos de la generación de mis padres eran mercaderes…Era una colonia de clase media a clase media alta, muy bien económicamente. Recuerdo que de niño fui a la escuela judía de La Habana y después fui a la Havana Military Academy.”

Al Havana Military Academy asistía lo más alto de la sociedad cubana y allí fue donde por primera vez Saúl se vio afectado por la inestabilidad política del país, aunque de una forma muy mundana.

“La primera vez que recuerdo tuve conciencia de lo que estaba pasando fue un día que íbamos a ir con un grupo de amigos al cine y me padre me llamó y me dijo que estaban poniendo bombas en los cines y que no quería que saliéramos a la calle ese día. Entonces yo empecé a averiguar y me dijeron que había este hombre que se llamaba Fidel Castro, que había atacado el Cuartel Moncada y que había regresado y estaban poniendo bombas. Estamos hablando de los años 1957-1958”, la conversación telefónica fluía con los recuerdos.

“Recuerdo que le dije a mi padre que ellos (los revolucionarios) podrían resolver muchos problemas en Cuba y que ellos querían una mejor sociedad. Mi padre me respondió: “Esa película la he visto ya y se cómo termina”. Nos trataba de decir que era una cosa que iba a traer malas consecuencias. Tuvimos un poco de debate sobre cuál sería el futuro. Al cabo de un año fue que me di cuenta que sí, que mi padre tenía razón y que la historia se repetiría.”

A una cuadra de distancia de la casa de Saúl en Miramar vivía Ceci, una joven judía que gustaba divertirse, reír y tener amigos. Saúl ya la había notado, pero Ceci no lo veía a él con buenos ojos.
“Como estaba estudiando en una academia militar era un poco brusco con las muchachas”, me confesó Saúl en esa conversación telefónica. “Cesi pensaba que yo era un poco seco”. Después en otras circunstancias Cesi cambiaría su opinión de Saúl.

Llega el año 1959 y triunfa la Revolución

Nace el año 1959 y triunfa la Revolución encabezada por Fidel Castro. El país da un giro de 360 grados en su historia. Comienza la vorágine de los fusilamientos, las nacionalizaciones, confiscaciones y los enfrentamientos entre las clases sociales.

Los Berenthal se ven en medio de otro estallido político violento, pero ahora están en una mejor posición económica. Deciden irse a Estados Unidos para huir del caos y la violencia que reina en Cuba. Tienen que dejarlo todo nuevamente. Marchan al extranjero a buscar otra vez su tierra prometida. Son de las primeras familias cubanas que deciden irse a vivir a Miami.

“En aquellos tiempos South Beach eran hoteles viejos, como decíamos en Cuba, de mala muerte. Era un área de Miami a la que recomendaban no entrar al oscurecer”, recuerda Saúl. “Miami era un lugar al que venían de vacaciones los americanos y latinoamericanos con dinero. Pero no era el Miami y el South Beach “glamoroso” que conocemos ahora.”

En ese Miami es donde nace el romance de Cesi y Saúl. Ambos son judíos extrapolados de su entorno. Están en un ambiente nuevo en el que no encuentran la misma aceptación de que gozaban en Cuba. Así se van acercando uno al otro hasta que nace el amor.

“Nos teníamos el uno al otro y eso era suficiente para nosotros”, me confesó Saúl.

Después se mudan a Brooklyn, en Nueva York, donde Saúl termina su carrera de Física Matemática en la Universidad de Long Island. Comienza a trabajar inmediatamente especializándose en la creación de programas de computación (software) para puntos de venta o “points of sale”.

En esos momentos están empezando a crearse los sistemas y programas de computación que permitirán la diversificación y expansión de las ventas al detalle. La gigantesca corporación IBM esta a la caza de talentos especializados en estos tipos de programas.

Así es como la directiva de la IBM en 1972 descubre al talentoso joven judío cubano que tiene conocimientos muy especiales en esa rama. Lo ven trabajando como Técnico de Sistemas de la mundialmente famosa cadena de tiendas JC Penney. Lo invitan a Carolina del Norte donde esta empresa tiene los laboratorios más grandes del mundo en esa esfera y Saúl termina mudándose a Raleigh y trabajando en los laboratorios del gigante informático más poderoso de la época, la International Business Machines, más conocida como IBM.

Aparte de sus éxitos profesionales, es allí en los laboratorios de la IBM en Carolina del Norte, donde Saúl conoce a Horace Clemmons, su compañero de trabajo, quien se convertirá, con el paso de los años, en un gran amigo y su socio de negocios. Juntos en el futuro cabalgarán un caballo de hierro llamado “Oggun”.

“Allí lo conocí porque comenzamos a trabajar juntos en el desarrollo de esos productos de la IBM”.

Con el éxito de los productos creados para las tiendas JC Penney llegan a la IBM ofertas de tiendas de Europa para crear otros software para puntos de venta. La famosa tienda El Corte Inglés, de España, está interesada en crear un sistema de puntos de venta, pero quieren que la presentación se las haga alguien que hable español. Allí está Saúl Berenthal.

El fundador de El Corte Inglés, casualmente también es de origen cubano. Este había escapado de Cuba después del triunfo de la revolución. En la isla tenia la tienda más famosa de América Latina, El Encanto. Así queda sellado un jugoso contrato entre la IBM y El Corte Inglés.

La IBM envía a Saúl a trabajar a España por dos años y este va con su esposa Cesi, pero también se lleva consigo a su amigo y colaborador Horace Clemmons.

Funda su primera Empresa
Pasan varios años de éxitos y trabajo duro hasta que Saúl y Horace deciden crear un nuevo producto y una nueva compañía para competir con la IBM. Así fundan una empresa que llega a tener 400 empleados alrededor del mundo. Establecen oficinas en Alemania, España, Francia, Australia, Tailandia, Canadá, Sudamérica y otras regiones y países. Siendo de origen judío, el establecimiento de la oficina de ventas en Alemania lo tocó muy de cerca y le enseño una lección que muchos años después emplearía en Cuba.

Después de crear un nuevo producto para puntos de venta, en 1995 Saúl y Horace venden su compañía a la FUJITSU de Japón y emprenden una nueva empresa dedicada a crear software para tiendas de conveniencia y estaciones de gasolina.

En esta nueva empresa comercial crean el software necesario para que los automovilistas paguen la gasolina que consumen en la propia bomba.

Un gigante de las ventas es atraído por este novedoso producto. La empresa Gilbarco es el mayor fabricante mundial de bombas de gasolina y puntos de venta para tiendas de conveniencia (convinience stores). Gilbarco adquiere la nueva empresa creada por Saúl y Horace y también los programas que en pocos años permitirán que cientos de miles de estaciones de gasolina en el mundo entero usen esa tecnología.

A estas alturas del juego ya Saúl y Horace cuentan con una solidas finanzas y pueden dedicar energías a otros proyectos.

En el año 2007 Saúl regresa a Cuba por primera vez con su hija, el esposo de esta y su hijo y su esposa. “Quería enseñarle a mis hijos de donde vengo”, recuerda Saúl. “Pasaron muchas cosas por mi mente en esos días en Cuba. El impacto de ver mi país, la reacción que estaban teniendo mis hijos viéndome a mí viendo mi país. Uno de los momentos más emocionantes fue ver la reacción que tuvieron la esposa de mi hijo y el esposo de mi hija, que son americanos. Los dos quedaron enamorados de Cuba”.

Después de ese viaje que le causó tanta impresión, Saúl regresó con regularidad a la isla. Comenzó a conocer más de las necesidades del país, a más personas del medio académico y a conocer las dificultades que enfrenta la población con las viviendas y con la alimentación. Algo quería hacer.

Nace el Caballo de Hierro “Oggun”
En el año 2014, el 17 de Diciembre, el Presidente Barack Obama y Raúl Castro anuncian sorpresivamente al mundo que después de año y medio de conversaciones secretas, Estados Unidos y Cuba establecerían relaciones diplomáticas después de 53 años.

“Cuando el Presidente Obama anunció el restablecimiento de relaciones diplomáticas y el comienzo de relaciones comerciales limitadas en las industrias de la agricultura y la construcción, fue el momento en que mi socio y yo entendimos que la construcción de un tractor que respondiera a las necesidades del campesinado y la agricultura en Cuba era un proyecto noble que el pueblo norteamericano entendería. Horace sabía de agricultura y de tractores y yo de Cuba”, ese fue el razonamiento de los socios que de inmediato pusieron manos a la obra.

La idea fue acogida con interés por las autoridades cubanas que según Saúl, la consideraron “útil y necesaria”.

“El tractor “Oggun” será una máquina versátil que más adelante podrá ser remodelado para la industria de la construcción”, asegura Saúl con pasión. “El plan de desarrollo prevé que al comienzo “Oggun” será ensamblado en Cuba con partes norteamericanas y más adelante las partes se fabricarán en la isla. Incluso estamos trabajando ya en tener una versión que funcione con energía solar.”

“Cuba tiene condiciones en estos momentos que ni los propios Estados Unidos tienen. Cuba tiene firmado convenios de libre exportación con numerosos países de América Latina, África y Asia. Eso nos permitirá exportar estos tractores desde Cuba a un precio mucho más bajos que los de otras marcas. Cuba puede volver a ser una plataforma muy importante para las compañías norteamericanas que están en el mercado latinoamericano”.

En una primera etapa Saúl dice que ya están trabajando en mecanismos de financiación para que los campesinos puedan adquirir los tractores y que sus familiares en Estados Unidos y el extranjero los puedan apoyar.

En cada palabra de Saúl se siente la pasión por este proyecto.

En este punto de la conversación, para mí una pregunta era inevitable:
_ ¿No siente Ud. rencor contra el mismo gobierno que despojó a su familia de las riquezas que sus padres crearon con tanto sacrificio y trabajo?

Del otro lado de la línea telefónica Saúl quedó en silencio unos segundos y después habló:
“Cuando estábamos en medio de la expansión de mi primera compañía fue necesario para el crecimiento de la empresa establecer oficinas de venta en Alemania”, me contó Saúl. “Recuerde que yo soy judío y mis padres fueron judíos víctimas del holocausto, la persecución y los abusos del gobierno fascista de Alemania. Yo sentí la obligación de consultar con mi padre si él veía bien que yo abriera oficinas en Alemania. No quería herir sus sentimientos y su aprobación era muy importante para mí. El me dijo: “Hijo, es momento de seguir adelante. No podemos vivir en el pasado.” Esa es mi respuesta a su pregunta”, concluyó.

“El gobierno cubano ya autorizó la fabricación de la planta ensambladora en la Zona Económica Especial de El Mariel. La compañía que fabricará la ensambladora en Cuba es una compañía americana. Los primeros 30 obreros serán cubanos”, me informó Saúl.

“Este es un proyecto tanto beneficioso para Cuba como para Estados Unidos. Recuerde que ningún capitalista americano hace ninguna inversión si no piensa ganar dinero. Este proyecto es de solidaridad y también es un buen negocio. Se crearán empleos en Estados Unidos y en Cuba. Es un proyecto de pueblo a pueblo”, me dijo Saúl finalizando la conversación.

Nos despedimos después de más de dos horas de conversación. Le expresé a Saúl mis deseos de que en esta oportunidad el gobierno cubano respetara los acuerdos y le desee éxitos a él y a “Oggun”, este caballo de hierro que parece tener el potencial de abrir nuevos surcos para fertilizar las hasta ahora áridas tierras de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
 

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