La noticia corrió como pólvora cuando a plena luz del día, el 11 de julio de 1979. Una lluvia de balas cubría el Dadeland Mall, que en ese momento se consideraba el centro comercial más grande del sur de florida.
Fue un baño de sangre que dejó a dos narcotraficantes muertos y dos heridos, que resultaron ser víctimas inocentes. Los asesinos entraron a una licorería del Dadeland Mall y acabaron hasta con las botellas que encontraban a su paso.
Ahí empezó el reto para las autoridades locales y federales, porque mas allá de investigar un fatal tiroteo se enfrentaban al inicio de la guerra contra los llamados “cocaine cowboys”, o jinetes de la cocaína.
Este tiroteo en Dadeland Mall y la secuela de violencia por el tráfico de cocaína también llevó a que Miami se considerara a finales de los 70 y la década de los 80 como la capital de los asesinatos en Estados Unidos.
Aquella escena hace 40 años parecía la de una balacera del viejo oeste, pero muy bien planificada porque los sicarios llegaron en un vehículo tipo van con rotulación comercial y armados hasta los dientes.
Tiempo después se supo que detrás de estas ejecuciones estaba una mujer. Se trata de Griselda Blanco, una narcotraficante colombiana y líder del cartel de Medellín, que también era conocida como la viuda negra o la madrina de la cocaína. Nunca se le pudo enjuiciar por el tiroteo en Dadeland Mall.
