A dedos torpes, oídos sordos

Las nuevas tecnologías y la crisis de la comunicación familiar

Hace pocos días fui a almorzar a un pequeño y poco conocido restaurante de Miami y me encontré un letrero en una de las paredes del local que decía, “En este lugar no hay WI-FI, así que hablen entre ustedes.”

Yo estaba solo y no tenía con quien hablar. Durante la espera de mi sopa de pollo y mi tortilla española, me dio tiempo para meditar como la tecnología está convirtiéndose en una gigantesca torre de babel para la comunicación a nivel social, pero especialmente para la comunicación en el seno familiar.

Recordé que hace varias semanas estaba en la sala de mi casa leyendo un libro y recibí un mensaje de texto de mi hijo menor, desde su cuarto, pidiéndome que le alcanzara una soda. Lo triste no es que me pidió que le alcanzara la soda, sino que me lo pidió con un mensaje de texto.
Ya es un lamentable hecho que las nuevas tecnologías han afectado considerablemente las relaciones interpersonales. Estas relaciones son esenciales en un momento como el actual cuando se ve muy disminuida la capacidad de la socialización en el entorno familiar.

Este tema del impacto negativo del uso de las nuevas tecnologías para suplantar la comunicación social puede traer consecuencias nefastas para el futuro de la familia y por ende para el futuro de la sociedad.

Esto no se le ha escapado ni al Papa Francisco, quien personalmente es muy activo con el uso de las nuevas tecnologías. A principios de este año, en su mensaje con motivo de la XLIX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, dijo que las tecnologías pueden "obstaculizar" la comunicación en la familia si se usan para "aislarse."

"La pueden obstaculizar (la comunicación en la familia) si se convierten en un modo de sustraerse a la escucha, de aislarse de la presencia de los otros, de saturar cualquier momento de silencio. La pueden favorecer si ayudan a contar y compartir, a permanecer en contacto con quienes están lejos, a agradecer y a pedir perdón, a hacer posible una y otra vez el encuentro", dijo.

Los expertos parecen estar de acuerdo en esta situación. El uso de aparatos tecnológicos afecta las relaciones familiares, pues la comunicación se ha vuelto unipersonal.

Al parecer, lo que sucede es que los padres tienen problemas con sus hijos adolescentes o pequeños que tienen celular, porque casi no conviven. La hora de la comida que originalmente era usada para conversar y contar las aventuras, logros o contratiempos del día, ahora se ha convertido en el momento de mantener la comunicación unipersonal (intercambio de data) con el resto del mundo, léase, mensajear, chatear, postear, etc. Y el problema está en no concientizar a los hijos de esta situación de fractura de la comunicación interpersonal, en la que nosotros a veces inconsciente o conscientemente, también caemos.

Afectivamente también se observan cambios pues al lastimarse la comunicación, la interacción se limita y la socialización se anula. Esto sucede no sólo a nivel de pareja, sino entre padres e hijos.
Es un hecho que los adolescentes tienden a distanciarse. Con la cuestión tecnológica es evidente que la comunicación se hace más vulnerable con los padres, porque esos dispositivos llegan a sustituir hasta a los amigos.

Otra alerta que nos dan los especialistas, es el “error” que se comete cuando se acerca la tecnología a los niños de forma cada vez más temprana, pues desde que son bebés se va fomentando la relación tecnológica más que la humana, lo cual trae consecuencias negativas.
Actualmente, no es raro encontrar niños de seis o siete años con un celular propio, el cual fue dado por los padres, a veces sólo para justificar ausencias o cumplirles el capricho de tener o ser “como los demás”.

Pero el asunto es mucho más serio. Los expertos también advierten que esto está causando dificultades cognitivas, debido a que se limitan las capacidades del ser humano de pensar.
La utilización de estos aparatos, sin duda ha ayudado en muchas cosas, pero por ejemplo, aquellos procedimientos que antes te obligaban a pensar, ahora ya no lo hacen, debido a que tienes la facilidad de una calculadora o de buscadores que trabajan por ti. Así no estimulas la mente para resolver problemas, porque ya hay alguien más que lo hace por ti.

Pero a pesar de todo el avance tecnológico, todavía no se ha inventado la máquina que sonría y de las gracias con una cálida voz humana.

Eso fue lo que me faltó cuando terminé en el pequeño restaurante y me entretuve leyendo los mensajes que se me acumularon mientras estaba sin Wi-Fi. Salí y ni siquiera le di las gracias al joven que tan amablemente me atendió.
 

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