En estos campamentos militares que se han levantado en el suroeste de Puerto Rico, encontramos a damnificados que han vivido la desgracia en partida doble en poco más de dos años.
No bien se habían recuperado de los estragos del huracán María cuando sorpresivamente el terremoto del 7 de enero los volvió a dejar sin hogar.
Cientos de personas esperan por una declaración de desastre del presidente para beneficiarse de programas de vivienda temporal.
De lo contrario, les tocara esperar por el gobierno local que trabaja un plan para reubicarlos una vez se reduzca la actividad sísmica.
En medio de los temblores de tierra, la triste realidad de estas familias se agudiza porque sus hijos también perdieron su escuela en el municipio de Guánica.