Encontrar comida en Cuba sigue siendo una odisea y en las últimas semanas el desabastecimiento ha impactado duramente a las tiendas en divisas.
"Yogourt y picadillo es lo que hay", dice un cliente.
"No hay nada", agrega otro hombre.
Es otro día de estantes desiertos en La Habana. Es el panorama de las llamadas “shoopings" o tiendas de venta por moneda convertible, donde ni siquiera con precios divorciados del salario promedio, el cubano satisface sus necesidades básicas de alimentación.
En las tiendas de víveres donde se compra por la libreta de racionamiento, con el peso cubano, no se encuentra ni el suspiro.
La más reciente convulsión del sistema alimentario cubano ocurrió el 24 de febrero, cuando se anunció el regreso de la famosa papa racionada a cuatro libras por consumidor.
Pero todo está bien, al menos para las exuberantes y bien alimentadas “chicas lechugas”, ecologistas de Estados Unidos quee llegaron esta semana a La Habana pronunciándose contra el consumo de carne y a favor de los vegetales.
