Museo alberga la historia, cultura y dolor del exilio

La amplia historia del exilio cubano, el relato de sus victorias y derrotas, queda albergada en el Museo Americano de la Diáspora Cubana, en Miami (EE.UU.), que abre sus puertas hoy con la muestra "Dictadores, terrorismo, guerra y exilios", del artista plástico Luis Cruz Azaceta.

Tras diez años de obras de modernización del bellísimo edificio que fue sede de la Gran Ópera de Florida, abre sus puertas este museo cubano con el propósito de documentar la historia, la cultura y la aportación de la diáspora cubana a través del arte y las humanidades.

"Nuestro objetivo es contar, narrar, interpretar y celebrar la historia de casi 58 años de una diáspora de más de dos millones de cubanos que se han dispersado por todo el mundo", dijo a Efe Ileana Fuentes, directora del museo.

En suma, un museo de "especifidad" y recuperación de la "memoria" pasada y presente siempre silenciada por los órganos oficiales del castrismo, "que no cuentan la historia de nuestro país ni de nuestra inmigración", apostilló Fuentes, quien cursó estudios de Historia en las universidades estadounidenses de Rutgers y de Fordham.

En ese contexto, el nuevo museo cubano celebra, pero también recuerda. Se centra en la alegría y tristeza. Es victoria, es derrota y es también los padecimientos de muchos cubanos de la diáspora.

Porque al triunfo de la revolución cubana en 1959, prosiguió la cubana, "se pensó que la diáspora iba a ser un breve exilio de cuatro meses y punto. Y aquí estamos, 58 años más tarde con el mismo problema sin fin en el horizonte", consideró.

Hizo una emotiva referencia a la primera oleada de exiliados que abandonó la isla, una generación que tiene el signo distintivo de haber estado "totalmente desarraigada y con el alma rasgada al no poder comunicarse con sus familiares" en Cuba. Un situación que mejoró, no obstante, en las décadas de 1980 y 1990, señaló.

Pero, aún así, la historiadora y asesora artística cubana hizo hincapié en que un sinnúmero de cubanos "sigue viviendo en la diáspora por todo el mundo, en Madrid, Barcelona, París, en las ciudades más importantes de Estados Unidos o en Australia".

El edificio que alberga el museo, extraordinariamente restaurado y con una cuidada distribución de las plantas, quiere convertirse en un espacio expositivo abierto a la mejor creación de esta diáspora y bajo una única premisa de selección: "calidad, trayectoria artística del creador e importancia histórica", señaló por su parte Alejandro Anreus, comisario de la muestra exhibida.

La obra expuesta de Azaceta (La Habana, 1942) en el entramado de galerías conectadas del museo es un recorrido de carácter expresionista, crudo y amargo por el sufrimiento de los balseros, de los presos políticos y los torturados por la dictadura castrista, es un grito en nombre de todas las víctimas de regímenes totalitarios en el mundo.

La poderosa visión artística de Azaceta, quien apenas tenía 18 años cuando llegó a Nueva York, denuncia la condición humana en su división de agresor y víctima, critica un mundo de opresión y manifiesta, al mismo tiempo, solidaridad con sus víctimas.

Obra en acrílico sobre lienzo de gran formato en el que Azaceta pincha fotos de tiburones tomadas con polaroid, "Familia/Balseros" (1994) abruma con su pincelada descarnada y fuerte para retratar a una pareja de cubanos con un bebé en brazos en una precaria embarcación.

El relato de la violencia que desafía a la dignidad humana queda plasmado en otros trabajos de estilo "apocalíptico pop" expuestos como "Exiled 50" (2009), en la que la isla aparece cercada por una valla, o "Antique Dictator for Sale" ("Dictador antiguo a la venta" (2011), donde una gorra de militar corona fotos de periódicos con gente humillada.

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