Fiesta electoral en Marruecos

RABAT - Tras el triunfo del partido Ennahda en Túnez, es el turno de Marruecos de iniciar un calendario electoral, donde los observadores destacan la posibilidad de un notable fortalecimiento de los islamistas, a imagen y semejanza de sus correligionarios del Magreb.

Sin embargo, al contrario de Túnez, un fuerte riesgo de abstención pesa sobre Marruecos para las elecciones legislativas del 25 de noviembre, como ya ha ocurrido en consultas anteriores.

Después del referendo constitucional en julio de este año, "el poder apostó por un llamamiento a elecciones anticipadas para absorber las protestas y la presión constante de las calles", dijo a la AFP el politólogo Muamad Madani.

Pero a menos de un mes de las elecciones, los principales partidos políticos que presentan programas parecidos sobre pobreza, desempleo y educación, tienen dificultades para movilizar, debilitando las esperanzas en las reformas anunciadas por el rey tras las protestas iniciadas por el Movimiento del 20 de Febrero.

Pero este Movimiento, que parece haber perdido su entusiasmo inicial, ha llamado a boicotear las elecciones. Se trata de un grupo híbrido, compuesto por jóvenes cibermilitantes independientes, islamistas del Movimiento Justicia y Beneficencia (una poderosa asociación prohibida pero tolerada) y militantes de la izquierda radical.

"La participación es el mayor desafío y la mayor preocupación de nuestro partido. No podrá haber cambio ni renovación de las élites sin una buena participación", destacó Hasan Tariq, dirigente de la Unión Socialista de las Fuerzas Populares (UFSP, de la coalición gubernamental).

Por su parte, Abdelwahad Driouche, miembro del buró político del Movimiento Popular (MP, de la coalición gubernamental), apuntó que "la vieja guardia desea imponer su propia élite, para impedir la surgimiento de una nueva generación". La consecuencia de esto, apuntó, es que "los jóvenes rechazan a los partidos".

En este contexto, las elecciones podrán experimentar un refuerzo del partido islamista Justicia y Desarrollo (PJD) que es, con sus 47 diputados, el segundo partido mejor representado en el Parlamento después del Istiqlal, el partido del primer ministro Abbas El Fassi. "Estamos listos a asumir la responsabilidad gubernamental", dijo recientemente Abdelilah Benkirane, dirigente del PJD y quien ha prometido especialmente un alza del 50% en el salario mínimo y un crecimiento económico del 7%, números considerados "irreales" y "populistas" por numerosos economistas.

El paralelo con Túnez, donde el partido islamista Ennahda ganó recientemente las elecciones, es seguidamente citado por observadores en Marruecos, que apuntan al PJD como "uno de los favoritos" de las próximas elecciones.

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