La vida de Karla Suárez es una ecuación resuelta entre la ciencia y el arte, entre la lógica matemática y la cadencia de la narrativa. Ingeniera de formación y escritora por convicción, su recorrido la ha llevado por diferentes países y disciplinas, pero siempre con la misma premisa: entender el mundo.
Desde niña, sus pasiones fueron diversas: la matemática, la música y la literatura. Estudió música en el conservatorio, pero finalmente optó por la ingeniería electrónica. Mientras cursaba sus estudios, se sumergió en talleres de literatura, un espacio que la atrapó para siempre.
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“Cada vez la literatura fue tomando más espacio en mi vida, hasta que la ingeniería quedó a un lado. Ahora soy una escritora que repara computadoras de vez en cuando”, bromea Suárez.
Su formación como ingeniera, sin embargo, no ha desaparecido por completo. Le sigue fascinando abrir y reparar cosas, y aún diseña sitios web, tanto el suyo como los de algunos amigos. Incluso, en sus novelas, suele incluir personajes con formación en ingeniería, como un guiño a esa parte de su historia.
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Un camino literario que comenzó con "Espuma" y se consolidó con "Silencios"
En 1999, Karla Suárez publicó su primer libro de cuentos, "Espuma", que tuvo una gran acogida en Cuba. Poco después, con su primera novela, "Silencios", su nombre trascendió fronteras. La obra ganó el Premio Lengua de Trapo en España y fue traducida a varios idiomas, como alemán, francés e italiano.
"Silencios" es una novela de formación que sigue la vida de una niña en Cuba. Su universo está marcado por su familia y los conflictos de la sociedad cubana de la época. En sus siguientes novelas, Suárez ha explorado temas como la emigración y el impacto de la historia en la vida cotidiana.
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Para ella, la literatura y la música son inseparables: "Concibo mis novelas como sinfonías", explica. "Silencios" es una pieza melancólica, "La viajera" evoca el movimiento constante de la emigración y "Habana año cero" tiene la intensidad de una época marcada por la guerra de Angola.
Entre mudanzas y páginas en blanco
Suárez dejó Cuba en 1998 y ha vivido en varias ciudades. Roma fue su primer destino, donde pasó cinco años y donde ambientó una de sus novelas. Luego llegó a París, una ciudad clave en su formación literaria, tanto por la influencia de la literatura francesa como por la presencia de autores latinoamericanos que escribieron allí.
Más tarde, se instaló en Lisboa, donde lleva 15 años. "Lisboa te va entrando de manera sutil. Su ritmo, el mar, la comida, el vino… todo contribuye a atraparte sin que te des cuenta", confiesa.
Esa experiencia de moverse entre ciudades y culturas se refleja en sus historias. Su novela "Objetos perdidos", la primera que publicó tras su llegada a Estados Unidos, aborda esa sensación de desorientación. Su protagonista se pierde en Barcelona durante tres días, un tiempo en el que no solo deambula físicamente, sino que también se enfrenta a pensamientos que había evitado.
Cuestionamientos sobre la maternidad y las pasiones
En su literatura, Suárez se atreve a tocar temas que muchas veces se esquivan. En Objetos perdidos, por ejemplo, explora la maternidad desde una perspectiva poco convencional:
"Siempre nos han dicho que seremos madres, nos regalan muñecas desde niñas, crecemos con esa idea incorporada. Pero, ¿qué pasa con las mujeres que no sienten un deseo maternal? ¿Qué sucede cuando alguien dice que la maternidad no fue lo más grande que le pasó en la vida?", cuestiona.
Otro de sus temas recurrentes es la obsesión por las pasiones. "¿Hasta dónde podemos llegar cuando apostamos todo a una pasión? ¿Qué pasa con quienes llamamos ‘perdedores’? ¿Valió la pena el intento?", son preguntas que atraviesan muchas de sus historias.
La literatura como un ejercicio de apertura y reparación
Así como alguna vez desarmó y ensambló circuitos en su etapa de ingeniera, Karla Suárez hoy desmonta realidades a través de la literatura, las analiza y las reconstruye en cada página. Para ella, la literatura no tiene que ser compleja para ser profunda.
Y aunque su vida ha sido un constante ir y venir, hay algo que permanece: la búsqueda de respuestas. Tal vez por eso, cuando empaca para una nueva mudanza, siempre se pregunta: “¿Cuáles son las cosas realmente importantes en mi vida? ¿En qué maleta caben?”. A veces, dice, caben en una muy pequeña. A veces, simplemente, van sobre uno mismo.