La esperada “Solo: A Star Wars Story” llega a los cines

Narra los años de juventud del intrépido piloto, protagonizado por Alden Ehrenreich.

Si algo podemos aprender de “Solo: A Star Wars Story” (“Han Solo: Una historia de Star Wars”), es que nuestro bribón preferido había vivido muchas aventuras antes de conocer a Luke, Obi-Wan y Leia.

Claro, se ha jactado de volar por el Corredor del Kessel en 12 parsecs y navegar naves imperiales, pero esta película contiene al menos tres escenas épicas -un trabajo sobre un tren a alta velocidad por una montaña nevada, un fogoso enfrentamiento espacial con un súper monstruo estilo calamar y una balacera llena de explosiones-, tan espectaculares que en comparación con ellas las aventuras de Han en el “Episodio IV” resultan bastante sosas.

“Mucho más grande y más ruidoso” parecen haber sido los lineamientos para esta película, y aunque por sí solas podrían proporcionar momentos de placer, resulta dudoso que estas aventuras pre-Skywalker realmente hayan agregado algo de valor al personaje. Podría argumentarse que incluso socavaría el arco narrativo del héroe en la primera película.

Este es el problema principal de “Solo: A Star Wars Story”, que tenía un bagaje desde el principio. A diferencia del personaje de un libro o una obra teatral, Han Solo no existía fuera de Harrison Ford, y ambos guardan un vínculo de más de 40 años de benevolencia y nostalgia. Aunque ningún personaje es tan precioso como para no poder separarlo del actor que lo hizo memorable —hasta Indiana Jones tuvo dos versiones más jóvenes— estar en esa posición sigue siendo poco envidiable, pues uno ya está en desventaja antes de comenzar.

El hombre que asumió el reto, Alden Ehrenreich, no luce ni suena como Ford y es difícil aceptarlo al comienzo. Uno no puede evitar escudriñar cada gesto, cada sonrisa, mientras intenta acostumbrarse a él. Con el tiempo uno lo hace, y el talentoso Ehrenreich se gana al público con su ejecución, capturando el espíritu de Han, su sarcasmo, su egoísmo y su encanto con evidente facilidad.

Coescrita por dos miembros de la realeza de Star Wars, Lawrence Kasdan y su hijo Jonathan Kasdan, “Solo: A Star Wars Story” presenta a Han en su planeta de origen, Corellia, donde trabaja para un jefe de la mafia local mientras sueña con escapar, convertirse en piloto y tener una nave.

Las primeras escenas son muy oscuras, literalmente. Es una decisión estética interesante del director de cinematografía Bradford Young, probablemente diseñada para dar una sensación de antigüedad, pero también distrae al crear en el espectador la impresión de que está viendo una copia gastada en VHS del “Episodio IV”, donde los rostros solo son claros en primeros planos extremos e incluso entonces se ven a través de una gruesa capa de neblina y gaza, que eventualmente desaparece.

El joven Han es rudimentario y arrogante e inventa cosas para seguir la corriente, sin miedo a mentir o confiar en sus instintos. Así es como termina no solo saliendo de, sino escapando del servicio militar y uniéndose a una banda de criminales liderada por Tobias Beckett (Woody Harrelson), que funciona como un mentor para el impresionable Han.

“¿Tienes idea de lo que es vivir con un precio por tu cabeza?“, pregunta Beckett. Es una de las muchas referencias carentes de sutileza a lo que está por venir, y un refrán que sirve de colchón en “Solo”, donde algunos de los momentos más sobresalientes y placenteros son referencias a futuras líneas memorables.

Pronto se reunirán con el patrón de Beckett, Dryden Vos (Paul Bettany), y encontrarán a una vieja amiga de Han de Corellia, Qi’ra (Emilia Clarke), antes de salir en una peligrosa misión de contrabando.

Los fans tendrán mucho que digerir mientras el filme avanza con rapidez por una lista de componentes sobre el origen de Han, cómo conoce a Chewbacca (Joonas Suotamo) y Lando Calrissian (Donald Glover) y cómo encuentra el Halcón Milenario. Hay otros elementos clave que probablemente sea mejor dejar de lado para la experiencia.

Y esa experiencia, en las diestras manos del director Ron Howard, es en gran medida placentera. Uno no puede evitar preguntarse cuál hubiera sido el resultado si Phil Lord y Christopher Miller, quienes fueron despedidos en medio de la producción, hubieran llevado su proyecto hasta el final, o cómo hubiese sido si Howard hubiera estado involucrado desde el principio, pero no hay grietas ni costuras obvias.

“Solo” es una pieza de entretenimiento fácil con actuaciones muy agradables de Ehrenreich y Glover. Éste aparentemente es el que más se divertirse con el porte elegante y gestos típicos de western de Lando, a pesar de las excesivas secuencias de acción.

Los mejores momentos de “Solo” son los más simples: el romance, las amistades, los choques de egos. Quizás una lección para la secuela inevitable.

“Solo: A Star Wars Story”, un estreno de A Walt Disney Studios, recibió una clasificación PG-13 (que advierte a los padres que podría ser inapropiada para menores de 13 años) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por “secuencias de acción de ciencia ficción y violencia”. Duración: 135 minutos. Dos estrellas y media de cuatro.

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