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Cada familia cubana tiene una historia que habla de despedidas. Como homenaje a todos ellos, Rebtel se fue a La Habana y eligió a 5 de esos cubanos para contar cómo viven su distancia. Rebtel también colaboró con los artistas cubanos El Individuo y JD Asere para crear una canción y un videoclip para todas esas personas que tienen seres queridos que están "Tan lejos, tan cerca". El objetivo de esta campaña es que estas historias te recuerden el poder de la conexión humana, sin importar la distancia.

De acuerdo con las cifras más recientes de International Organization for Migration (IOM), alrededor de un millón de cubanos viven actualmente en el exterior, lo que equivale a un 15% de la población total del país. Detrás de estas cifras, se esconden miles de historias de familias separadas por la distancia. Una de ellas es la familia de Maricela Díaz y sus dos hijos.
Tras desempeñarse como barbera y estilista, Maricela se convirtió, desde hace 27 años, en delegada de la circunscripción de Centro Habana, una labor que le ha dado gran satisfacción al tener la posibilidad de ayudar a otras personas. “Es como un trabajo social pero con poder, donde uno trabaja con niños que tienen problemas, con mujeres con problemas de conducta, con sancionados. Es una circunscripción donde los electores tienen a dónde acudir para tramitar sus quejas”, señala.
Maricela es un ejemplo de superación, y su historia de vida la inspiró a ayudar a otros. Fue madre soltera de dos hijos, y además estuvo a cargo de la crianza de su sobrina. “Uno de los problemas más difíciles de mi vida fue verme sola con tres niños, teniendo un oficio pero no podía hacerlo porque no podía dejarlos solos, tenía que tratar de ayudarlos”, asegura. “Yo me sentí sola, y dije que el día que pudiera hacer algo iba a ayudar a todas las mujeres, porque yo fui una madre que luchó con la violencia”, agrega.
Actualmente, la compañía de Maricela son sus mascotas. Ella admite que las numerosas aves y su perro convierten a su casa en una especie de zoológico. Sin embargo, el amor que le brinda a sus animales no se compara con el amor que siente por sus dos hijos, quienes viven en el extranjero. Por eso, al recordar el momento en el que se marcharon, y especialmente su hijo menor, quien fue el primero en irse de Cuba, sus ojos se llenan de lágrimas.
“No son lágrimas de tristeza, son lágrimas de alegría”, señala.
Con la voz entrecortada, Maricela asegura que sus hijos son su vida y que el dolor que le causó la partida de su hijo menor la impactó de tal manera que estuvo a punto de necesitar atención médica.
“Yo me enteré dos días antes. Más nunca voy a ir a una despedida al aeropuerto, porque cuando vi que mi hijo, mi nieta y mi nuera se iban, sentí que se me iba la vida”, comenta.
“Cuando mi otro hijo se fue yo ya estaba consciente”. Es un dolor de madre inexplicable que, para Maricela, solo es comprensible por aquellas madres separadas de sus hijos por la distancia.
Maricela acepta que, inicialmente, se derrumbó a causa de la salida de sus dos hijos de Cuba. Sin embargo, con el apoyo de sus amigos y sus electores, ella decidió darle un vuelco a su vida y afrontar la distancia con la entereza que la ha caracterizado desde siempre. Cambió de look y esa transformación la impulsó a buscar refugio en otros, en especial aquellos que conviven con la soledad. “Mi ritual es, como dicen los cubanos, estar arriba de la bola. Los hombres me dijeron que tenía que levantarme y al mirarme al espejo vi que es verdad. Necesitaba ese estímulo”. ‘Mima’, como le dicen sus hijos de cariño, se arregla aún más cuando sus hijos la visitan. “Quiero que me vean bien”, dice.
La nostalgia la invade cuando piensa en la distancia que la separa de sus hijos, pero la visita de ellos a Cuba es siempre un motivo de alegría. Normalmente, para celebrar, Maricela y sus hijos van a cenar a La Flor de Loto, su restaurante favorito. “Uno entra y sale riéndose porque ambos son muy jocosos”, señala.
Aunque separarse de sus hijos ha sido una experiencia muy dolorosa, Maricela es consciente que la distancia ha sido necesaria para que ellos puedan cumplir sus sueños.
“Están haciendo sus sueños porque aquí no podían, aquí no tenían esa facilidad”.
Con el tiempo, Maricela ha descubierto que al cambiar su perspectiva la distancia se hace más corta y sus sueños más grandes. “La tecnología ha avanzado y con un mensaje ahora te pueden decir cómo están. Yo me hago la idea de que uno está en Santiago y el otro en la Isla. Yo me hago la idea de que cuando me llaman se cambiaron de provincia, porque si me pongo a pensar que no están en Cuba no llego a la edad que tengo, y yo quiero vivir muchos años más para ver a mis nietas grandes”, señala. “Ahora sueño primero con terminar mi casa y luego viajar y ver a mis hijos en ambas partes, porque uno está en América y el otro en Europa”, afirma con una gran sonrisa en su rostro.

El boxeo es, sin duda, uno de los deportes más populares en Cuba. Se estima que en el país existen alrededor de 490 entrenadores, 185 escuelas de boxeo y por lo menos 19,000 boxeadores, entre aficionados y profesionales. Uno de ellos es Maikel, un cubano que como muchos de sus compatriotas, ha sido golpeado por un puñetazo emocional: el fenómeno de la migración.

Según cifras de International Organization for Migration (IOM), alrededor de un millón de cubanos viven actualmente en el exterior, lo que equivale a un 15% de la población total del país. Aunque Estados Unidos, México y Canadá son los principales destinos de los migrantes, alrededor de 300.000 personas han escogido Europa como su segundo hogar.

Disfruta del video oficial del tema "Tan Lejos, Tan Cerca" aquí.

Los familiares de Maikel son parte de este último grupo. Dos de sus tías viven actualmente en Dinamarca, y otra reside en Portugal. Sin embargo, aunque ellas están lejos, la distancia se hace más dolorosa cuando piensa en su hijo, quien nació en Inglaterra y a quien ha visto pocas veces.

“Tengo tres hijos, y sueño con tenerlos a todos aquí en Cuba. Yo quiero que mi hijo conozca la cultura cubana, que no cambie tampoco sus raíces de la cultura de Inglaterra porque eso se respeta, pero que sepa que también tiene nuestra cultura en la sangre”, señala.

Maikel conoció el boxeo a los 11 años, a través de unos primos que lo invitaron a entrenar en Guantánamo.

Sin saberlo, el ring de boxeo lo preparó para enfrentar la distancia.

“La pelea más dura es la de la calle. Los puñetazos que más duelen no son los físicos. Son los emocionales. Siempre que la vida te golpea lo que hay que saber hacer es superarte. Nunca digas no. Siempre tienes que tener tu mente en el ‘sí puedo’, aunque te caigas hay que levantarse”, afirma con el desparpajo característico de los cubanos.

“Lo que màs me engancha del boxeo es la dinámica, es dar y que no ten, esquivar, la técnica… la energía negativa se va con el contrario, la energía se siente, es fantástico eso.”

A diferencia de sus compatriotas, quienes ven en la distancia un “mal necesario” para que sus familiares o amigos logren cumplir sus sueños, Maikel cree que la distancia no tiene un lado positivo. “En la distancia no hay nada bueno, y más cuando tú quieres o amas en la distancia. Eso no es bueno. En la distancia no puedes resolver problemas”, señala.

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