Río arde en medio de la Confederaciones

SAO PAULO (AP) — Unos 200,000 manifestantes marcharon por las calles de las principales ciudades de Brasil, en la mayor ola de protestas en más de 20 años alentada por el extendido descontento social por las deficiencias de los servicios públicos, la violencia policial y la corrupción del Gobierno. Las marchas, motorizadas en su mayoría mediante campañas en las redes sociales de internet, bloquearon las calles y detuvieron el tránsito vehicular en más de media decena de ciudades, entre ellas Sao Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte y Brasilia.

Los manifestantes anunciaron que efectuarán protestas mayores contra el alza en el transporte público, lo cual suscitó temores de más enfrentamientos con la policía y aumentó las dudas en torno a la seguridad de las importantes actividades que se celebran en el país, como la actual Copa Confederaciones y la visita papal de julio próximo. Ante el peligro en que se encuentra la reputación de Brasil, las autoridades prometieron evitar el tipo de confrontaciones sangrientas que sacudieron la semana pasada a la ciudad. Los jefes policiales anunciaron públicamente que no dispararían balas de goma durante las protestas ni recurrirían a unidades antidisturbios. Las autoridades dijeron que reaccionarán con fuerza sólo si los manifestantes destruyen propiedad ajena. El jueves en Sao Paulo, la policía antidisturbios cargó contra multitudes de manifestantes pacíficos, disparó balas de goma, lanzó gas lacrimógeno y golpeó a algunos de los inconformes. Los organizadores de la movilización dijeron que más de 100 personas resultaron heridas. La Policía aseguró que sólo unas 12 personas fueron lesionadas. La Policía volvió a usar el domingo gas lacrimógeno y balas de goma cuando varios cientos de manifestantes marcharon cerca del estadio Maracaná antes del partido entre Italia y México en la Copa Confederaciones, un torneo en el que participan ocho selecciones y que antecede a la Copa del Mundo del año entrante. Sin embargo, no hubo enfrentamientos el lunes durante la protesta de unas mil personas antes del encuentro entre Tahití y Nigeria, dentro de la Copa Confederaciones, en la ciudad de Belo Horizonte, donde helicópteros policiales sobrevolaron la zona y agentes a caballo patrullaban los alrededores del estadio. Las protestas tuvieron como motivo el aumento de 10 centavos en la tarifa del transporte público, pero evidentemente son un reflejo de la inconformidad generalizada en Brasil ante la fuerte carga fiscal, la percepción de corrupción entre los políticos y la falta de financiación de la educación pública, la atención médica y el transporte os apuros financieros por los que atraviesan la educación pública, la atención de salud y el transporte. "Va más allá de los 10 centavos", dijo el manifestante Bruno Bisaglia al término de la protesta del jueves. "La sociedad está harta de que los políticos corruptos no cumplan sus promesas de mejoras", agregó. Ariadne Natal, profesora de la Universidad de Sao Paulo y especialista en investigación de la violencia, dijo que los manifestantes quieren "aprovechar este momento en que tenemos visitantes extranjeros, cuando la prensas mundial está observando, para presentar su causa". "El problema que hemos visto es que la Policía intenta impedir estas protestas", agregó. "Lo que necesitamos es imaginar cómo las protestas y los grandes acontecimientos deportivos pueden efectuarse democráticamente", apuntó. Los brasileños han aceptado desde hace mucho tiempo el soborno como un costo obligatorio para casi cualquier trámite o para recibir un servicio público. Brasil pierde cada año más de 47,000 millones de dólares en evasión fiscal, dinero público que desaparece y demás corrupción generalizada, según el grupo empresarial Federación de Industrias de Sao Paulo. Sin embargo, en el último decenio unos 40 millones de brasileños han ascendido a la clase media y han comenzado a aumentar sus exigencias al gobierno.

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