Las miradas apuntan a Rusia 2018

La Copa del Mundo se aleja del territorio sudamericano, ya conocido para estos certámenes. Ahora, las miradas se concentran en Rusia 2018, una geografía inédita donde sólo algo es seguro: los hinchas tendrán que recorrer distancias incluso más largas.

El primer Mundial que se realice en Europa Oriental requerirá que algunos espectadores vuelen entre las ciudades subsede. Entre Kaliningrado y Yekaterimburgo hay unos 2,480 kilómetros, ligeramente menos de los 3,200 que separan a Porto Alegre de Fortaleza en Brasil.

Tras realizar los Juegos Olímpicos de Invierno en febrero pasado sin problemas mayores en la organización, ha crecido la confianza de los rusos acerca de que ofrecerán un Mundial atractivo.

El ministro del Deporte Vitaly Mutko dijo al parlamento que Rusia evitaría el "escenario brasileño" de obras demoradas y completadas al cuarto para las doce.

Pero Rusia tiene otros problemas de cara al 2018, incluida la amenaza de actos racistas o violentos.

De los 12 estadios en 11 ciudades subsede, dos están terminados pero deben remodelarse para realizar ahí partidos de fútbol. Otro, el Spartak en Moscú, se inaugurará en septiembre.

Los demás, incluido el Luzhiniki moscovita para 81,000 espectadores, se comenzaron o empezarán a construirse este año.

Telemundo y su estación Mun2 transmitirán en exclusiva para Estados Unidos los juegos de todas las competiciones FIFA hasta 2022.

El gobierno ruso insiste en que completará a tiempo los estadios, aunque Mutko dijo en marzo a la prensa local que algunos aspectos del diseño "darán motivo de nerviosismo" a medida que se aproxime el vencimiento de los plazos.

El modelo gubernamental para los nuevos estadios es la Arena Kazan, inaugurada el año pasado con un costo de $400 millones. Ese inmueble será sede del Mundial.

Pero el estadio de San Petersburgo representa un ejemplo de lo que puede salir mal. Con una capacidad para 69,000 personas, esta sede de una semifinal en 2018 se inauguraría en 2016, mucho después de la fecha original prevista, que era diciembre de 2008.

Durante ese tiempo, la construcción ha pasado por retrasos y los costos se han elevado a $1,100 millones, algo que el primer ministro Dmitry Medvedev consideró una "desgracia".

Algunos partidos del Mundial podrían realizarse en estadios permanentemente techados, algo que no ocurre desde 2002 (aunque algunos estadios en 2006 tenían techos retráctiles). El uso de un estadio techado en Rusia representa una innovación similar a los graderíos con aire acondicionado que se han prometido para Catar 2022, dijo Lavelle.

"Es un nuevo terreno para la FIFA, pero también Catar lo es", señaló. "La idea de tener partidos de cuartos de final en un estadio techado... constituye una oportunidad ideal para probar esto".

Algunos seguidores de clubes rusos han mostrado que están "en otro planeta, en términos de su mentalidad", comentó Piara Powar, director del grupo de combate a la discriminación FARE, que monitoriza Rusia de cara a 2018. Powar añadió que la violencia no se limita a los estadios.

"Tenemos a hinchas que se lanzan a la ofensiva contra personas que parezcan de minorías étnicas", señaló. "En ese sentido, pienso que el meollo está ahí y empeora".

El año pasado, Rusia aprobó su Ley de Hinchas, que margina de los estadios a personas con antecedentes violentos. Powar consideró que la ley es "muy estricta", pero debe ir acompañada por iniciativas de educación.

Otra preocupación para Rusia es el desempeño de su selección, eliminada en la fase de grupos en Brasil sin ganar un solo partido. Ese mal desempeño ha puesto en duda la continuidad del técnico italiano Fabio Capello. Han surgido exhortos a fin de impulsar los talentos jóvenes a tiempo para 2018 e incluso para naturalizar jugadores extranjeros, una sugerencia que en los meses recientes se ha debatido en el gobierno.

Al menos, como anfitriona, Rusia no tendrá que ganarse su clasificación en la cancha.

Mira nuestra cobertura completa de la Copa Mundial en Brasil.

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