Terrible enfermedad le cambia la vida

Un fuerte dolor en el rostro le cambió la vida a Verónica Salazar cuando tan solo tenía 25 años.

Con una vida por delante, esta carismática mujer de Matamoros, México, se enteró que tenía cáncer. Un diagnóstico que hasta al más fuerte lo haría temblar.

Salazar recuerda perfectamente lo que el médico le dijo tras la mala noticia. “Pueden pasar dos cosas. La primera es que a lo mejor te vas a morir. La otra es que vas a vivir pero, vas a quedar fea, deforme, sin dientes, con la cara sumida”, expresó esta valiente mujer con una paz sorprendente.

Sucede que el cáncer ya había afectado su rostro, específicamente el área maxilar derecha. Por lo tanto, tuvieron que extirparle parte del pómulo pero se lo reconstruyeron.

En un inicio todo salió bien con la operación y Salazar decidió casarse para continuar una vida normal. El destino, sin embargo, le tenía otra prueba que debía superar.

A dos días de contraer matrimonio comenzó a recibir quimioterapia. “El dolor era demasiado, no dormía. No aguantaba el dolor tan fuerte en la cara”, afirma. Resulta que no había circulación sanguínea en el área que le reconstruyeron.

Como resultado la zona se le pudrió y tuvieron que extirparle parte del rostro.
Según los médicos, Salazar fue el primer caso de sarcoma y ciosistoma fibroso que se presentaba en México y al parecer ya se habían agotado todos los recursos médicos.

“Mira Jorge ya no sé qué hacer. Hicimos todo lo que nos ha sido clínicamente posible”, recuerda Jorge Reyes que le dijo el médico que atendía a su esposa.

El hombre, sin embargo, no estaba listo para darse por vencido. De ser necesario estaba dispuesto a llevar a su esposa a donde fuera para que recibiera tratamiento médico.

“¿Si fuera su hija a dónde la llevaría?”, le preguntó Reyes al médico. “Guíeme, yo no sé nada de medicina”, recordó.

La respuesta del médico fue directa y sencilla. “Yo la llevaría a Houston”, expresó el galeno.

Salazar fue trasladada al hospital MD Anderson, donde comenzó su batalla para sobrevivir. Lo que no cambió fue el dolor que permanecía con ella y el amor intenso que siempre su familia le ha brindado. 

En el hospital le tuvieron que extirpar un pómulo, la mitad del paladar, la mitad de la dentadura, un ojo y perdió la audición en un oído.

En esta etapa Salazar ya se encontraba cansada. Habían sido muchos los tratamientos médicos, operaciones y medicinas que había ingerido a lo largo de esta enfermedad.

“Yo le pedía a Dios que le diera la oportunidad a Verónica de que viviera”, recuerda Reyes al destacar que su esposa había ayudado a mucha gente. Mientras las esperanzas iban agotándose.

Esta es la primera parte de un reportaje especial.  

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