De camión a jeep trasladan a los Papas en México

A petición del papa Francisco, ninguno de los vehículos que usará están blindados

Del camión al Jeep, pasando por furgonetas, un autobús con ventanal y otras camionetas han sido los vehículos que los papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora Francisco han tenido a su disposición para sus traslados en sus visitas a México.

En la visita a México, que comienza el viernes y termina el 17 de febrero, Francisco recorrerá unos 420 kilómetros y en sus traslados requerirá de dos Jeep Wrangler, que usó en Estados Unidos, y tres camionetas "pick-up", ensambladas en la planta de la firma Chrysler en el norteño estado de Coahuila.

Cinco vehículos, que estuvieron bajo resguardo y vigilancia del Estado Mayor Presidencial (EMP), serán los que utilizará el pontífice a su paso por Ciudad de México; Ecatepec, en el Estado de México; Tuxtla Gutiérrez y San Cristóbal de las Casas, Chiapas; Morelia, Michoacán, y Ciudad Juárez, Chihuahua.

De la distancia total, Francisco cubrirá la mayor parte (222.5 kilómetros) en la Ciudad de México en apenas cinco recorridos.

El viernes cumplirá su primer viaje del hangar presidencial en el aeropuerto de la capital a la Nunciatura Apostólica, mientras que el sábado irá de la Nunciatura al Palacio Nacional, donde será objeto de una recepción oficial por parte del presidente Enrique Peña Nieto, y luego se trasladará a la Catedral Metropolitana.

Posteriormente regresará la Nunciatura para salir más tarde a la Basílica de Guadalupe.

El domingo visitará el municipio de Ecatepec, lugar al que llegará en helicóptero, el cual abordará en el Campo Marte, instalación castrense en la capital.

En Ecatepec llegará al helipuerto "Ballisco" y de allí recorrerá por tierra 10 kilómetros hasta la Unidad de Estudios Superiores, donde oficiará misa, y a su regreso recorrerá un distancia similar.

Abordará nuevamente el helicóptero para llegar al Campo Marte para trasladarse en un viaje de 11 kilómetros al Hospital Infantil en la Ciudad de México.

Para el lunes saldrá de la Nunciatura para ir al aeropuerto capitalino, desde donde volará a Tuxtla Gutiérrez, donde recorrerá poco más de 41 kilómetros por tierra y de allí en helicóptero hasta San Cristóbal de las Casas.

Al regresar a la capital del país nuevamente hará el recorrido desde el aeropuerto hasta la Nunciatura, mismo que hará a la inversa al día siguiente para viajar a Morelia, ciudad en donde completará unos 40 kilómetros en dos recorridos.

El miércoles 17 de febrero, el último día de su visita, Francisco dejará la Ciudad de México con un último trayecto al aeropuerto para dirigirse al norteño estado de Chihuahua.

Llegará al aeropuerto de Ciudad Juárez y de ahí saldrá hacia el Centro de Reinserción Social Número Tres para una reunión con reos, luego irá al Colegio de Bachilleres para un encuentro con trabajadores y finalmente a la Antigua Feria Expo, donde oficiará una misa ante migrantes, tras cubrir 21.5 kilómetros.

El lunes, durante la ceremonia de bendición de los vehículos que usará el papa en el hangar presidencial, Eugenio Lira, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), señaló que las cinco unidades no están blindadas por disposición del pontífice.

Los viajes papales en México comenzaron en 1979 en un camión Dina sin toldo, de colores blanco con gris y líneas amarillas, con 21 asientos, utilizado por Juan Pablo II.

En 1990 y 1993 utilizó una "pick-up" Chevrolet con cabina de cristal en la zona de carga, en 1999 un autobús Dina con ventanal y en su última visita, en 2002, usó una Mercedes con cabina de cristal en la parte trasera.

Mientras que Benedicto XVI repitió en 2012 con Mercedes equipada con cabina de plástico en la parte trasera.

En su primera visita a México, a Francisco no le faltará vehículo para viajar como le sucedió a Juan Pablo II, a quien el día de su elección cuando falló el automóvil tuvo que hacer "auto-stop" y un camionero le ayudó y lo trasladó hasta la Plaza de San Pedro.

La visita de Francisco será la séptima de un papa a México tras las cinco de Juan Pablo II y la de Benedicto XVI.

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