El tatuaje conquista París

París - Las agujas más ilustres del planeta se dan cita este fin de semana en la Mundial del Tatuaje de París, un evento en el que participan 270 artistas de todos los puntos cardinales y varios miles de adeptos a colorearse para siempre la piel.

"Es un gran evento mundial porque tenemos casi a los trescientos mejores tatuadores del mundo en el CentQuatre" un variopinto centro cultural parisino de 39.000 metros cuadrados, explica a Efe Pascal, que ejerce de animador del evento y con sus imponentes dos metros de altura luce el torso desnudo y completamente colmado de tinta.

A los mandos de la reunión, que se desarrolla hasta el próximo domingo, está Tin-Tin, tenor parisino del tatuaje asentado desde hace décadas en Montmartre, a escasos metros del Moulin Rouge.

Artífice de las anteriores ediciones de 1999 y 2000, sus agujas han marcado para siempre la piel del diseñador Philippe Starck o del modisto Marc Jacobs y se ha convertido en una estrella que ha influido a centenares de artistas. La falta de tiempo le había impedido reeditar la cita francesa del tatuaje en trece años, hasta que la presión del gremio le convenció para repetir.

Horitaka, Filip Leu, Valérie Vargas o Hanky Panky no dan a basto para taladrar las pieles de quienes aprovechan la ocasión para llevarse en el cuerpo un pedazo de inspiración de algunos de las firmas más tatuadas de la escena internacional.

"Viene gente de todo el mundo. Tienes a los mejores tatuadores de Estados Unidos, Europa, Japón... y se concentran aquí en tres días", resume Deno, español licenciado en filosofía que llegó al tatuaje a través del graffiti hace once años y que ahora regenta el estudio Circus Tatoo, en Alcorcón (Madrid).

Los gurús de la profesión coinciden en que conviene pensárselo dos veces antes de imprimirse la piel pues, aunque hay técnicas para deshacerse de los dibujo epidérmico, no es la solución perfecta.

"Se pueden quitar con láser pero no es fácil, lleva mucho tiempo, duele bastante y es una complicación, así que mejor pensar bien lo que uno se quiere tatuar", comenta Ezequiel, argentino asentado en la sureña localidad francesa de Toulouse desde hace siete años.

Nadie sabe exactamente dónde ni cómo surgieron los tatuajes, pero las reliquias más antiguas datan de momias del siglo II d. C. Parece que llegó a Occidente a través de las expediciones de Cristóbal Colón a América y de James Cook a la Polinesia, y se mantuvo durante siglos como una práctica reservada a los bajos mundos, hasta que en los últimos lustros se ha popularizado.

Parte de esa aceptación social de mutilarse el cuerpo con ilustraciones se debe a la afición que ha despertado en el mundo del deporte a través de David Beckham, Zlatan Ibrahimovic, Daniel Alves, Sergio Ramos, Denis Rodman o Mike Tayson.

Pero se trata de una moda bien extendida por los cuerpos de todas las profesiones más mediatizadas, como el cine (Angelina Jolie, Brad Pitt, Daniel Craig, Johnny Deep), la música (Axl Rose, Ozzy Osbourne, Red Hot Chili Peppers, Marylin Manson Lenny Kravitz, Lady Gaga, Rihanna, Britney Spears, Amy Winehouse, Ricky Martin) o iconos de la sensualidad (Kate Moss, Megan Fox o Pamela Anderson).

Otros factores que han dado relevancia a la profesión es internet, que facilita el aprendizaje y la variedad, y el hecho de que "ahora los tatuadores son artistas de verdad, pintores, dibujantes clásicos...", resume Mathieu, tatuador de la célebre familia Leu, que lleva dos generaciones dedicada al negocio de la tinta y la piel.

"Es importante tener una idea de lo que uno quiera pero también es importante dejar que el tatuador se exprese y te haga algo lindo", añade Ezequile, artista especializado en los motivos que se conocen como "old school", donde predominan flores, revólveres, guitarras, cerezas o diseños náuticos.

Es una de las tendencias más cotizadas por los cerca de 15.000 personas que se espera desfilen por el Mundial del Tatuaje hasta el domingo, donde también causa furor el estilo clásico japonés como el que cubre los cuerpos de los mafiosos de la yakuzza, el "new school", que bebe del graffiti y el cómic, o el estilo realista.

Aunque hay gente "que lo ha tomado como una moda", para los profesionales el tatuaje es "una forma de vida", asegura Nera, de Mao & Cathy, una referencia madrileña emplazada en el barrio de Malasaña.

A escasos metros de su tenderete, una parisina de 22 años que luce una cresta punk azul de medio metro de alto y yace medio desnuda en una camilla mientras espera a que "una bruja vudú con una serpiente" cubra uno de sus costados.

"El dibujo lo ha elegido el artista. Yo le di la idea y le dije, bueno, diviertete", dice sonriente Sophie.

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