Sigue siendo el rey

Nunca como ahora el dominio de México en el fútbol del área había evocado de forma tan exacta la letra de la canción "El Rey" de José Alfredo Jiménez: Con dinero y sin dinero, hago siempre lo que quiero, y mi palabra es la ley. Históricamente, la Confederación de Fútbol de Norte, Centroamérica y el Caribe (Concacaf) siempre ha sido dominada por México, que puede jactarse de asistir a 14 de las 19 Copas del Mundo y ocho de los últimos 13 Juegos Olímpicos, y de ganar seis de los 11 campeonatos regionales. Con la victoria de Santos Laguna sobre Toronto en las semifinales de la Copa de Campeones, México asegura tener al campeón del área también a nivel de clubes, ya que Monterrey derrotó a los Pumas de la UNAM en la otra llave.

Con esto México cierra un ciclo perfecto a nivel selecciones y clubes desde 2011, convirtiéndose por primera vez en campeón mundial sub-17, campeón sub-20, campeón sub-23, campeón de la Copa Oro y campeón de clubes. Si bien la Concacaf a nivel internacional presenta un palmarés que se reduce a tres títulos de la FIFA (Copa Confederaciones 1999, y Mundial sub-17 en 2005 y 2011), todos son tricolores. Ni siquiera Estados Unidos, con su infraestructura millonaria y un desarrollo cíclico y sustentable en cada área deportiva, ha logrado un solo éxito a nivel global en la rama varonil. México ganó la Copa Oro 2011 a Estados Unidos con un categórico 4-2, consiguiendo así su pase a la Copa Confederaciones de Brasil 2013. Ganó, convenció y terminó invicto el premundial sub-20 de Guatemala 2011, y recientemente en la eliminatoria olímpica.

Si bien el área presenta un pobre desarrollo futbolístico en términos generales, México ha demostrado antídotos de cómo se debe jugar contra la fuerza y velocidad caribeña, la entrega y calidad individual de los centroamericanos, y la disposición táctica, disciplina y cada vez más depurada técnica de los vecinos del norte. México, con un mismo sistema 4-4-1-1 en cada categoría, ha venido sumando las cualidades del típico jugador mexicano como habilidad, técnica y velocidad, a un estricto orden, disciplina y mentalidad de los que había adolecido por décadas. Como nunca antes el país tiene opciones en la llamada cantera o fuerzas básicas, pues cada generación parece llegar no sólo con más talento sino con más hambre de triunfo, hecho que marca el rumbo de la última etapa del fútbol mexicano.

Los más jóvenes, los menores de 17 años, además de portar con orgullo el título de campeones del mundo, meten presión a los "viejos", que sólo se pudieron quedar con el tercer lugar en el Mundial sub-20 de Colombia. Los éxitos obtenidos en estas categorías a nivel mundial transforman en obligación la presencia de los tricolores en lo más alto del podio en los torneos regionales.

Se ganó recientemente el pase a los Juegos Olímpicos, con el invicto intacto y el orgullo a cuestas, sin la presencia de las figuras del Mundial Sub-20, todas ellas pidiendo minutos y ganando experiencia en ligas europeas. La cereza del pastel será Londres, un torneo corto y con sólo 16 equipos, sin su bestia negra presente, en el caso mexicano una bestia celeste y blanca. Se trata de un certamen que no sólo otorga premio al campeón y que dibujaría otro éxito en el joven camino de logros tricolores. El quinto partido deseado sería ya la disputa por una medalla. La crítica siempre será la misma: el nivel de los rivales. Pero México no eligió su zona geográfica y cuando ha asistido a la Copa América ha terminado dentro de los cuatro primeros en cinco de sus ocho participaciones, incluidos dos subcampeonatos.

México ha apostado por los jóvenes y comienza a cosechar lo sembrado en las últimas décadas por un grupo de fuertes inversores que descubrieron que en este deporte es mucho más redituable una inversión a largo plazo que sacar los ahorros a cada traspié. De momento México, el gigante, sigue siendo el rey. Que siga cantando José Alfredo, a quien le dijo un arriero que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar.

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