La furia de Serena Williams

Serena Williams es una de las mejores tenistas de la historia. Y no es por casualidad: tiene talento, tiene caracter, disciplina y también mucho temperamento, como lo demostró recientemente al destrozar a golpes una raqueta contra el suelo.

En el Abierto de Australia buscaba su sexta corona de Grand Slam. No perdía un set desde mayo, precisamente desde el US Open 2012, pero su invicto quedó interrumpido en el cemento aussie de la forma más inesperada: perdió, a sus 31 años, contra una rival de apenas 19 (ubicada en el puesto 29º del ranking mundial), llamada Sloane Stephens, también estadounidense, por 3-6, 7-5 y 6-4.

De esa forma, quedaba sorpresivamente afuera del Abierto en los cuartos de final. Como si fuera poco, el día de ayer también fue eliminada del cuadro de dobles femenino, en el que participa junto a su hermana mayor, Venus, tras caer ante las italianas Sara Errani y Roberta Vinci.

Nadie se lo esperaba. Había ganado el primer set en forma cómoda. Pero en tan sólo 25 minutos su contrincante le quebró el saque, en una corrida hacia la red se resintió la cintura, por segunda vez en el torneo tuvo que pedir tiempo extra para que la asista un kinesiólogo por un dolor en la espalda, se quedó con una cojera, apenas pudo conseguir su primer servicio a más de 90 mph y Stephens se puso por delante. Ya nunca volvería a alcanzarla. Fue la primera tenista, más joven que Serena, en ganarle un partido. Su raqueta de tenis pagó el precio.

Tras el partido, se le preguntó sobre el incidente. Ella, tranquilamente, respondió con una sonrisa: "Me hizo feliz, por desgracia."

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